La lengua como depósito de memoria e historia

La lengua como depósito de memoria e historia. Una entrevista con Ngũgĩ wa Thiong'o

Cita de audio: Rebecca Nyanjega & girls. Ruimbo Rwakwa. SWP Records (1950 / 2006)

Mi nombre es Ngũgĩ wa Thiong'o, que significa, sencillamente, Ngũgĩ, hijo de Thiong'o. Procedo de Kenia, donde nací en 1938, pero en la actualidad ocupo el cargo de Profesor Distinguido de Lengua Inglesa y Literatura Comparada en la Universidad de California.

Guerrero del lenguaje

Lucho por el derecho que todas las lenguas tienen a existir; sin importar si una lengua cuenta con tan solo cinco hablantes, pues esas cinco personas tienen derecho a la producción intelectual y cultural en su propia lengua. La historia de cómo llegué a este posicionamiento también es importante. Como dije antes, nací en Kenia, y fui educado allí. Todavía recuerdo cuando iba al colegio siendo niño; yo era un hablante de kikuyu, mi lengua madre, y solo cuando asistí a la escuela, el inglés desplazó al kikuyu para convertirse en el idioma en el que empecé a construir mi comprensión intelectual y mi conceptualización de, digamos, el mundo. He hablado de esta experiencia en mi libro Descolonizar la mente, y una de las experiencias que relato en él es cómo nos castigaban y golpeaban por hablar kikuyu dentro de las instalaciones del colegio. También se nos obligaba a llevar un cartelito en el que ponía “Soy estúpido” si nos pillaban hablando alguna lengua africana. ¿Comprendéis lo que esto significa? El hecho de humillar a un niño, a cualquier niño, por hablar en su lengua madre, y alabarlo cuando habla en inglés.

Muchos años después, descubrí que aquello no era algo exclusivo de Kenia, sino que sucede en todas las situaciones coloniales. Así sucedió, por ejemplo, en el caso de la colonización inglesa de Irlanda; en el caso de los esclavos africanos que eran conducidos a las Américas y la costa caribeña, y a los que se les prohibía hablar en su lengua africana; y en el caso del pueblo maorí, cuyos niños también eran golpeados si hablaban maorí en la escuela. Empecé a comprender que aquello no tenía nada que ver con aprender idiomas, sino con el poder y su ejercicio opresivo sobre los colonizados. En otras palabras, se trata de una formar de dominar la mente de los colonizados o los dominados. O, por decirlo con las palabras de mi libro, de una forma de colonizar la mente de aquellos sometidos por las conquistas imperiales.  

Africa

Los recursos de África son la clave aquí, pues hablamos de un continente con gran cantidad de recursos naturales que, sin embargo, durante los últimos 500 años no han estado controlados por los propios africanos. Sabemos lo que es la esclavitud, no hace falta hablar mucho de ella porque se trata de una realidad que todo el mundo debería conocer. Pero, en realidad, ¿qué significa? Significa que la mano de obra africana construyó toda América. El trabajo esclavo africano y el cuerpo usado como mercancía fueron lo que permitió construir todas las grandes ciudades de Europa. Pero si uno se fija en el presente y va a África y pregunta quién controla allí las minas de oro, de diamantes, de cobre y la producción de petróleo, quién controla los grandes recursos financieros del continente y su sistema bancario, averiguará que esos recursos no se destinan necesariamente al desarrollo de las personas africanas, sino que una gran parte de todo ello sigue estando controlada todavía por Occidente. Así que necesitamos liberar esos recursos; asegurarnos de que sea África quien los controle. Debemos proteger el continente, proteger nuestra base y, luego, relacionarnos con el resto del mundo en pie de igualdad.

Gikuyu, prisión y exilio

Cuando empecé a escribir en kikuyu, en concreto una obra de teatro llamada Me casaré cuando yo quiera (escrita junto a Ngũgĩ wa Mirii), me encerraron en una cárcel de máxima seguridad. Fue allí, mientras estaba en prisión, entre diciembre de 1977 y diciembre de 1978, donde tomé la decisión de empezar a escribir en kikuyu de forma continuada. Escribí mi primera novela en prisión, El diablo en la cruz, usando papel higiénico. Más tarde, en 1982, fui forzado al exilio y, desde entonces, he vivido en el extranjero, si bien ahora puedo volver a Kenia y viajo allí de vez en cuando. Ahora bien, la prisión es una forma de intentar desconectarte del mundo, de modo que la resistencia consiste en seguir conectado a él, y la forma de hacerlo es mediante la imaginación. Lo mismo sucede con el exilio: el exilio también te obliga a vivir en una situación en la que no estás conectado, directamente, con las historias y la cultura vivas de donde provienes. Así que supone otra forma de encierro para mí. Del mismo modo, traté de romper ese confinamiento continuando escribiendo en kikuyu, a pesar de que entre 1982 y 1989 viví en Inglaterra, en Londres, en un entorno angloparlante, y, desde 1989 hasta hoy, he vivido en América, de nuevo en un entorno angloparlante.

La importancia de la memoria y las memorias

El primer libro de memorias que escribí —he escrito varios libros de memorias— versaba de hecho sobre mi infancia y se llamaba Sueños en tiempos de guerra. Más tarde, escribí otro llamado En la casa del intérprete, sobre mis años de adolescencia en el instituto, y, por último, Birth of a Dream Weaver (‘El nacimiento de un tejedor de sueños’), que trata sobre mis años de universidad y mis comienzos como escritor. Tengo también un cuarto que va sobre mis experiencias en la cárcel, que ha sido reeditado en inglés con el título Wrestling with the Devil (‘Luchando con el diablo’). Escribí estos libros porque quería compartir con otras personas mis experiencias vitales sobre hacerse mayor, por qué me hice escritor y qué es lo que me ha conformado como persona. Pero la memoria, en general, es muy, muy importante. El poder colonial siempre intenta… a través del lenguaje y los sistemas de nomenclaturas —este ha sido el tema de otro de mis libros, titulado en inglés Something Torn and New (‘Algo desgarrado y nuevo’), en el que hablo sobre la política de la memoria y el uso de la memoria en la colonización—. Con eso me refiero a que, por ejemplo, cuando España colonizó América, ponían nuevos nombres a esos países, como, pongamos, Nueva España; o, en el caso de los ingleses, Nueva York o Nueva Inglaterra… Y esa es otra forma de plantar una memoria: alterar la memoria más antigua que contenía el nombre original que solían utilizar los dueños de ese lugar. Al ponerle un nuevo nombre, alteras la memoria original del lugar. Y haces la misma cosa, literalmente, cuando reemplazas una lengua por otra, porque eliminas la lengua anterior en tanto depósito de memoria, de historia, etc., que se ven sustituidas por una lengua y una historia nuevas que imponen una nueva memoria. De modo que, cuando uno analiza cuidadosamente los sistemas coloniales, o los sistemas de dominación, comprende que en el fondo se trata de una batalla de memorias, de una memoria que trata de reemplazar a la otra. Y lo más importante para la lucha de la gente por su liberación, es decir: “No, no y no” y tratar de reconectar con la memoria de tu propia historia, con la memoria de tu propio sistema de nomenclaturas, con el sistema de tu propia lengua y la historia que los acompaña. Así que la memoria, y las memorias como género, son muy importantes a ese respecto, ciertamente.

Optimismo

Lo que los colonizadores pretenden, la razón por la que quieren negar la memoria del otro y privarle de su lengua e, incluso, de su propio nombre, es hacerle olvidar quién es y hacerle perder la esperanza, que diga: “Oh, no hay nada que hacer, nunca podremos cambiar esto”. Eso es lo que el colonizador quiere que el colonizado crea, que no hay nada que pueda hacer para cambiar las condiciones actuales. Más aún, quieren que el colonizado, o el dominado, crea que vive en el mejor de los mundos posibles. Y nosotros decimos ¡no! El mejor de los mundos posibles está por llegar y será construido por los propios seres humanos. He ahí parte de la lucha, parte de la resistencia a un entorno negativo. Pero uno no cambia ese entorno desesperándose y diciendo: “Nunca podré superar esto”. Uno dice: “No, no y no. Podemos superarlo, podemos crear un mundo mejor, un mundo más humano”.

Un mensaje en Gikuyu

(Habla en kikuyu)

¿Puede explicarme que significa lo que ha dicho?

He dicho “saludos a todo el mundo”. Deseo que vivamos en un mundo en el que todas las personas tengan acceso igualitario a la educación, a poder vestirse, a la vivienda y a la asistencia médica.