Susana Jiménez Carmona
Ovejas, epizoocorias, codomestización y trashumancia
Transcripción
Susana Jiménez Carmona
Ovejas, epizoocorias, codomestización y trashumancia
Yo soy Susana Jiménez Carmona. Nací en Córdoba, viví muchos años en Madrid y ahora vivo en Zamora. La filosofía forma parte de mi manera de estar en el mundo. Investigo, hago y también enseño, porque soy “profe” en el Máster de Arte Sonoro de la Universidad de Barcelona.
Podría parecer, con el interés que tengo con el mundo oveja y lana, pues me he venido a una ciudad que tiene una historia muy, muy, muy, vinculada a esas ovejas, a esos rebaños de ovejas, a esa trashumancia y a la famosa lana castellana que se estuvo exportando por toda Europa.
Vine aquí porque, en Madrid, aparte de que es una ciudad demasiado grande, demasiado difícil y, cada vez, para mí, se me hacía como más violenta. Hay demasiada tensión, aparte de contaminación, ruido y dureza. También porque la vivienda en Madrid no es asequible para cualquiera… Como es cierto que ya conocía la ciudad y conozco gente aquí, pues me pidieron que me pusiera a investigar y a continuar este trabajo que estaba haciendo.
Quedan vías pecuarias que se deben respetar como espacio público que son, y que no se deberían de ocupar. Pasa un poco como con las lindes. Es un terreno bastante conflictivo porque ha habido mucha apropiación desde hace bastante tiempo de lo que son estos terrenos públicos. Y luego también ha pasado que como que se ha ido abandonando la trashumancia; se ha dejado de usar. Buena parte de las cañadas reales, que son como las vías pecuarias más importantes, están asfaltadas. La Cañada Real, que atraviesa Zamora es la de la Ruta de la Plata, que es una vía de comunicación importantísima, antes incluso de que llegaran los romanos, porque era una ruta en la que además de moverse ganado se movían minerales, tales como la plata.
Habría que decir que en Zamora todavía queda un tramo de Cañada Real. Cuando se mira el mapa de la ciudad con las vías pecuarias, se encuentran importantes descansaderos, que eran zonas también en las que se hacía el mercado del ganado. Quedan cordeles, quedan coladas, quedan veredas. Estos son diferentes tipos de vías pecuarias, que se distinguen por el ancho de la vía: más ancha o más estrecha. La Cañada Real es la más amplia de todas. Cuando se miran estos mapas se ve que hay muchos tramos en los que se pierde el color que va indicando la vía, y, claro, es que son tramos que se han perdido.
Cuando se van recuperando los BOE que hablan acerca de las vías pecuarias, se puede ir siguiendo todo este rastro de pérdida. Esto lo he visto más claramente en el caso de Córdoba. En el caso de Córdoba sí que tengo todo ese archivo completo, que arranca en el primer reconocimiento oficial de las vías pecuarias, en 1927.
O sea, en un BOE de 1927 aparece una descripción de cuáles son las vías pecuarias que están en uso en ese momento. Es un texto muy hermoso porque —claro— es toda una descripción de dónde dobla, donde hay cuatro chopos, y luego por el arroyo del no sé qué. Entonces es como que ahora se puede ir por la ciudad siguiendo una descripción de algo que ya no está, aunque la vía en sí, sí que existe ¿no? Entonces puedes ir como imaginándote cómo era en 1927 esa Córdoba atravesada por diferentes vías pecuarias.
Mi acercamiento es más en abrir posibilidades en lo que se está dando ahora, en lo más reciente. Sí que hay lo que podríamos llamar como… —¿te puedo mencionar a ti o no?—, como tú bien dices, esas temporalidades profundas, que nos llevan hacia ese pasado, que es muy importante cuando nos acercamos a un mundo de pastoreo, ovejas, ganado en trashumancia, y que son las vías pecuarias.
Estoy estudiando, o sea, se está ampliando este proyecto que yo llamo epizoocoricas —por darle, así como un nombre un poco griego—, pero es que viene del griego esa expresión epizoocoria. Y ese “coria”, quiero explicar que se refiere a la khōra griega, y que es la zona de la polis que es rural/agraria, porque no se separaba. Esa urbe de lo rural no tenía la frontera tan clara que tiene ahora, y justo lo que señala la khōra es el vínculo. Luego, filosóficamente tiene muchísima historia y no vamos a entrar ahí.
Pero, como todo esto viene de esa reflexión, de la posibilidad de convivir con las ovejas en la ciudad. Y, ¿qué pasaría si las ovejas circularan, pasearan más por la ciudad? Y tiene importancia el tema de las vías pecuarias. Y ahora mismo estoy trabajándolo más en profundidad en el caso de Zamora y en el caso de Córdoba, la ciudad de la que yo soy, en la que voy a iniciar un proyecto.
Hay algo muy interesante acerca de las vías pecuarias, y es que, en muchos casos, esos caminos, quienes primero los trazaron fueron otros animales, animales no humanos, lo que se llama “línea de tránsito”. Eran ya recorridos. Lo que desconozco, y ahora me están entrando unas ganas locas de conocerlo, es si ha habido algún caso que fueran esas primeras ovejas, porque sí que conozco casos de caballos, de caminos que abrían los caballos salvajes, y que luego se han tomado esos caminos para recorrerlos con el ganado, porque eran caminos que llevaban de una zona de pasto hasta otra zona de pasto. Son caminos trazados por herbívoros que luego hemos seguido recorriendo los humanos acompañados de herbívoros que requerían el acceso a esos alimentos y a esos pastos en determinados momentos del año. Y, muchas de las vías pecuarias, sobre todo de las importantes, son caminos ya trazados por esos otros animales que hemos ido siguiendo.
El recuperar esas cartografías de las vías pecuarias —pues claro— te lleva al pasado. También te lleva a una historia de terrenos comunales, de espacios públicos... Pero, cuando empiezas a ir hacia atrás vas viendo cuánto de esto se ha ido perdiendo.
Puedes recurrir a cartografías mucho más antiguas, en las que ver esas vías pecuarias con sus nombres. El primer documento que tengo acerca de las vías pecuarias en Córdoba —Córdoba municipio— se llama “Expediente de clasificación”, donde se realiza toda una clasificación de las vías pecuarias que en ese momento están activas o se reconocen como tales, del 23 de marzo de 1927, aprobada por Real Orden. Es como un reconocimiento oficial de que esos son unos terrenos públicos que están ahí y que ahora si alguien quiere modificarlos no va a poder hacerlo de cualquier manera, porque son terrenos públicos y como tales nadie podría apropiarse de ellos, sin que haya un cambio en la legislación o en un Boletín Oficial del Estado. No puedes saltarte ese trámite.
Entonces, lo que tengo en este caso de Córdoba, desde este primer expediente de clasificación hasta ahora, es cómo se han ido modificando esas vías pecuarias que atraviesan el municipio de Córdoba. Es una historia de pérdida de vías que han dejado de utilizarse o que se consideran que no se han utilizado, que pueden tener otros usos. Es ese recorte continuo de ese espacio público que apenas se utiliza.
Ahora mismo en Córdoba hay unos rebaños que todos los días recorren pequeños trayectos de estas vías pecuarias. Pero, claro, es que a Córdoba llega la Cañada Real Soriana que se une con la Cañada Real Galiana, que es la que pasa por Madrid y llega hasta Sevilla. Y es que la Cañada Real Soriana empieza en Soria. Es que son unas vías importantísimas que atraviesan toda la península.
Entonces, por ejemplo, en el apartado de Vías necesarias arranca con la Cañada Real Soriana. Y empieza a describir como es el recorrido por el municipio de Córdoba, y dice: “Procedente del término de Ovejo, entra en el de Córdoba por el lugar denominado Cerro Muriano. Sigue con dirección sur, dejando a la derecha la estación Cerro Muriano del ferrocarril de Córdoba a Bélmez, a cuyo frente se forma un descansadero del que arranca en dirección sureste la vereda de Pedro Dueñas” —hay dificultad un poco al leerlo porque está todo escrito a mano—. “Cruza la cañada la Vía Férrea, junto a la casa guardabarrera del kilómetro 18, y seguidamente la carretera de Córdoba a Almadén, marchando luego cerca de ella. Sigue la vía pecuaria un trecho entre pinares, pasando por el sitio denominado Cruz del Barquillo, y luego por la cuesta de Arrastraculos. Se unen la carretera y la Cañada, marchando unidas al pasar por el kilómetro 13 de la citada carretera y hasta llegar al túnel del ferrocarril de Córdoba a Bélmez”.
En todo este acercamiento está todo el rato muy presente en mí los textos de Vinciane Despret, en particular un pequeño libro que tiene escrito con Michel Meuret, que se llama Composer avec les moutons, que es: Componer con las ovejas. Claro, ese es un título muy sugerente para alguien que se dedica a la música y al sonido. Es un libro muy precioso en el que se recogen las experiencias de aprendizaje mutuo entre pastores y rebaños en Francia, centrándose principalmente en rebaños que estaban encerrados, que comían pienso, que no salían a caminar por los prados y que no sabían comer hierba, que les daba miedo pisar la hierba…
Entonces la recuperación de algunos rebaños, en principio, porque es todo poco a poco, es volver a la ganadería extensiva y a la trashumancia. También cómo aprender las ovejas a entender a los perros y no asustarse, pero, sobre todo, es ese aprendizaje mutuo entre pastores y ovejas.
Para alguien ajeno, trescientas ovejas es como un mundo, pero los pastores que están todo el día con ellas sí que las distinguen. Las ovejas que sí que se acercan, la que no te vas a acercar a ella ni en broma, las relaciones entre ellas, la oveja que empuja a otra que tenga los problemas, la que siempre se escapa, la que es más cabezota…
También otra cosa que parece muy interesante es sobre todo por la imagen que tenemos del ganado en general y de las ovejas en particular, es que son como animales tontos porque no se resisten. La tesis que defiende, entre otros, Vinciane Despret, de que en realidad no tendríamos por qué entender que solamente ejercen su voluntad o su libertad cuando se oponen, sino que hacen porque quieren hacer.
Tampoco podemos saber exactamente lo que piensa una oveja, pero igual que hacemos los humanos cuando parece que obedecemos, a lo mejor no simplemente estamos obedeciendo. Y es el concepto que se plantea de codomesticación, ese aprendizaje mutuo. No es que el pastor o la pastora someta a las ovejas, es que tiene que aprender a escucharlas, a lo que ellas necesitan y también lo que desean. Ir aprendiendo unas de otras. Me parece un concepto también interesante a la hora de acercarse a estos otros animales con los que nosotros animales humanos tenemos unas relaciones muy íntimas, muy largas, muy estrechas desde hace muchísimo tiempo. Y, también, para pensar cómo queremos que estas relaciones sigan, o cómo plantear otras posibilidades, cuidados mutuos y, sobre todo, plantearlas desde el respeto. Desde el respeto hacia a esos otros seres vivos con los que estamos conviviendo y con los que hacemos mundo, que de ahí partiría también la idea esta idea de la cosmoecología, porque las ovejas también hacen mundo.
Despret y Meuret utilizan un término muy hermoso que es cosmoecología, que es cómo hacemos mundo los diferentes seres vivos que habitamos este planeta Tierra, y ellos, concretamente, con Composer avec les moutons hablan de ese “hacer mundo” de las ovejas.
Focalizan, principalmente, desde cómo comen las ovejas, que a nosotros nos da la sensación de que van por ahí, que se comen todo lo que se encuentran, pero para nada. Ellas van oliendo, además se escucha bien cuando las vas grabando. Están ahí oliendo cada hierbita para ver qué hierbita se comen y cuál no.
O sea, que son bastante delicadas. Y en esas decisiones de qué comen, dejan de comer, también lo que cagan, las heces, las semillas que brotan gracias a que han pasado por todo el aparato digestivo de las ovejas. Ellas van haciendo mundo desde lo que se alimentan y de lo que ayudan a germinar, porque lo abonan.
En este hacer mundo de las ovejas, de esos seres que pensamos que son tan pasivos y que sencillamente nos obedecen y hacemos lo que queremos con ellas y que son como un recurso, en realidad ellas son muy activas, no solo por lo que comen, sino en lo que portan y en lo que dan no solo a humanos, sino a otros seres vivos.
Y, aquí, claves son las relaciones mutualistas. Lo más evidente, en el caso de las ovejas, es con las plantas, con vegetales, porque ellas se alimentan de plantas que luego ayudan a que se reproduzcan, ya sea mediante la endocoria. Hay semillas, hay plantas que requieren pasar por el sistema digestivo y germinan en las heces. Por ejemplo, recientemente, un pastor me comentaba que nace mucho tomillo de las cacas de sus ovejas. Que me parece una imagen muy preciosa: el tomillo, esa planta que huele tan bien, y ahí, naciendo en una caca apestosa de una oveja.
O también las semillas que portan en la lana, en su cuerpo, que eso se llama epizoocoria, que es la dispersión de semillas a través de la superficie corporal.
¿Qué plantas? Para responder a esa pregunta lo que he hecho es ir recogiendo vellones de diferentes rebaños, de diferentes razas de ovejas, de diferentes lugares, y encuentras semillas comunes y semillas distintas. Esto fue toda una aventura, porque claro, yo no he estudiado biología, aunque he leído muchísimos libros teóricos… Bueno, de semillas, así que he podido ir clasificando, y algunas de ellas también las he ido germinando, porque la propia lana, una vez lavada, funciona como sustrato para germinar semillas.
Por ejemplo, abundan muchísimo las zanahorias silvestres. Por supuesto, muchísimos cardos, los que se conocen como “Amor del hortelano”, o sea, todas estas semillitas que cuando vas caminando por el campo se te van enganchando a los cordones y a la ropa. Yo no dejo de pensar en la posibilidad de que si en vez de deshacernos de ellas, lo que hiciéramos es…, si las dispersáramos como hacen las ovejas, como cuando caminamos. Muchas, muchas, muchas plantitas de estas que pinchan. Y luego hay otras que son bastante interesantes y que entrarían en la parte esta de las relaciones mutualistas, que serían las leguminosas, porque a las ovejas les gusta especialmente las leguminosas.
Dices, por un lado la destroza, pero no del todo, porque hay muchas leguminosas que luego ayudan a que se reproduzcan por la endocoria, por la germinación gracias a las heces o porque también hay leguminosas que se enredan. Las semillas se enredan en el pelo de las ovejas y las van dispersando. En este caso nos encontraríamos con esta relación de mutuo interés —podemos decir—.
Entonces, estas relaciones mutualistas son muy evidentes porque son muy directas. Yo me alimento de ti y yo te ayudo a que te reproduzcas. No se autodestruyen, sino que se ayudan mutuamente.
Pero, es que las ovejas también ayudan a otras especies de otra manera, por ejemplo, con la lana que van dejando enganchada en troncos de encina o en cardos, porque muchísimas aves se sirven de esa lana para hacer sus nidos. En este caso quizás no podríamos hablar de mutualismo, porque muy directamente no hay como un beneficio del pájaro a la oveja, pero el ave se beneficia de esa lana sin hacer ningún tipo de daño a la oveja y, quizás, también, de manera más indirecta, determinadas aves ayudan a dispersar ciertas plantas de las que también se alimentan las ovejas.
Se van tejiendo todo ese tipo de redes que la ecología últimamente no deja de señalar y que se están haciendo cada vez más evidentes porque se están rompiendo por la crisis climática, la extinción de determinadas especies, la extinción de determinadas prácticas, porque, por ejemplo, que se pierda la trashumancia no es algo anecdótico para el mundo vegetal, tampoco para las aves, porque si se pierde la trashumancia, hay semillas que dejan de dispersarse, hay plantas que dejan de reproducirse. También esas plantas pueden ser plantas de cuyo fruto se alimentan otros animales y entonces no tienen acceso a ella. Si las ovejas están encerradas, esa lana tampoco la pueden utilizar las aves para hacer sus nidos. Esto son solo como relaciones muy básicas y muy directas, pero las implicaciones de todo esto van muchísimo más allá.
Luego también hay una relación como muy evidente que podría considerarse mutualista, aunque también soy muy consciente de que hay que considerar que es una relación de explotación, que es la relación entre las ovejas y el humano —entre estos dos animales—. En la ganadería, esta relación con el ganado, así como con otros animales que llamamos domésticos, es una relación que ha afectado a ambas partes, considerando también que…hay quien puede considerar que es que las explotamos salvajemente, porque tenemos su lana, tenemos su leche y tenemos su carne. Y luego pues también tenemos el que abona los campos.
Por ejemplo, el otro día, uno de los pastores de aquí, de la provincia de Zamora, a donde me he trasladado recientemente, me comentaba que ellos no practican la trashumancia, pero sí que hay ganadería extensiva y que las ovejas salen todos los días a pastar por diferentes prados. Están una temporada durmiendo, por eso de que caminan en un pequeño prado y que en ese prado se van acumulando las heces y luego eso va a servir como abono para plantar allí patatas. Es como que también nos regalan el abono, que son sumamente generosas. Evidentemente, estaría el tema de que la trashumancia la realizan por nuestra acción, o sea, que es una decisión nuestra que permite o no que se potencien determinadas relaciones, determinadas maneras también de hacer mundo gracias a estas relaciones interespecies en las que participamos muy directamente los humanos.
Diría, bueno, y las ovejas qué sacan de nosotros. Yo me niego a pensar que sean tan tontas como para que no tengan ninguna voluntad, porque evidentemente tampoco hemos conseguido domesticar cualquier especie. No todas las especies se dejan domesticar. Y bueno, ya veremos eso de qué va a pasar con la supuesta granja de pulpos que quieren hacer, porque si hay un otro animal que se resiste fuertemente a ser domesticado son, por ejemplo, los pulpos.
Yo tengo que reconocer que no he hecho un estudio de la historia del pastoreo ni nada de eso. Reconociendo mi desconocimiento científico, histórico o lo que sea, diría que ellas se benefician de una protección frente a determinadas agresiones. Tienen unos cuidados y tienen una alimentación, algo que, por ejemplo, la trashumancia muestra muy bien porque, dependiendo de la época del año, hay zonas donde te puedes alimentar y zonas donde no, donde podrían morir de frío, donde podrían morir de calor y, entonces, el que haya otro ser vivo que te ayude a saber dónde tienes que estar…
Todo esto que estoy contando está atravesado por algo que se llama etología. La etología es el estudio de las maneras de hacer, o sea, del comportamiento desde la observación de otros seres vivos.
La definición más bella y sencilla de etología es la que el filósofo francés Gilles Deleuze hace o escribe cuando está tratando acerca de la ética de Baruch Spinoza.
Deleuze era un filósofo francés de la segunda mitad del siglo XX, y Baruch Spinoza es un filósofo de los Países Bajos, que era contemporáneo de Descartes, Leibniz, Newton y toda esta gente.
Spinoza es un filósofo bastante especial porque era inmanentista y tuvo muchísimos problemas por esa unión que hizo de naturaleza y Dios —para él, Dios y naturaleza era lo mismo— y por la importancia de esta definición que da Deleuze de la etología, que es la ciencia que estudia los modos de ser. Unos modos de ser que no son modos de ser de la lógica, sino los modos de ser de lo que pueden hacer los cuerpos. Porque hay una pregunta como muy conocida que lanza Spinoza en su ética y es: ¿quién sabe lo que puede un cuerpo? Y es desde ese observar qué puede un cuerpo, un cuerpo que puede ser cualquier cuerpo, no el cuerpo humano, cualquier cuerpo, no tiene por qué ser un cuerpo vivo siquiera. Esa definición la toman los etólogos de hoy, que muchos son biólogos, pero también son filósofos como Vinciane Despret, que es belga, y que es observar esos otros cuerpos, cómo se relacionan, qué hacen, qué comen, cómo escuchan, cómo duermen, cómo hacen mundo…
Vinciane Despret se ha convertido en una pensadora que considero que es clave en este momento por la manera en la que se ha acercado a las relaciones interespecies, a las relaciones que nosotros humanos mantenemos con otros seres vivos y, especialmente, con otros animales. Ella ha estudiado mucho las relaciones que mantenemos con otros animales con los que trabajamos o ellos trabajan con o para nosotros, como son ovejas, pero, por ejemplo, también ratas de laboratorio.
Ella ha puesto el foco en esos otros animales, no considerándolos como meras máquinas, no considerándolos como meros sometidos, sino como seres con voluntad, que se resisten, que a veces tampoco no se resisten y que, sobre todo, no son tontos, tiene un libro que es algo así como: ¿qué nos responderían los animales si les hiciéramos las preguntas correctas? No tratarlos ni como máquinas ni como tontos, sino como seres con tanta libertad, voluntad, complejidad y riqueza. Y, sobre todo también, sin obviar el conflicto y la dificultad. O sea, sin obviar las diferencias, porque hay algo que creo que es muy importante, que ella plantea, y es el peligro de empatizar demasiado.
Hay algo que plantea Vinciane Despret, que considero que también que es muy importante y que para mí es clave, que es la crítica que realiza a la demasiada empatía, porque la considera como trampa invasora, porque ella no anula la diferencia del otro, de los otros animales. Y hay un peligro que corremos con esta preocupación tan necesaria que tenemos por los demás seres vivos, sobre todo con todo esto que está pasando con estas extinciones, con estos maltratos, que es creernos que podemos saber lo que el otro siente, lo que el otro piensa. Eso no quiere decir que no podamos intentar conocer, en la mayor medida de lo posible, como pueden sentir, también por intentar otras maneras de relacionarnos, otras maneras de convivir que sean los menos dañinas posibles, lo más rica, lo más cuidadosa, lo más respetuosa posible. No identificarnos tanto, que pensemos que sabemos lo que están sintiendo o pensando el otro. Respetarle también la diferencia. No sentirnos tan omnipotentes y superiores, porque al final es como una trampa también de la excepcionalidad humana.
O sea, es, por un lado, nosotros somos muy especiales y los demás importan menos, o, por otro lado, somos tan especiales que somos capaces de meternos en las cabezas y en los cuerpos de los demás… ¡No! Somos otros animales como ellos mismos, somos otros seres vivos y, ciertamente, compartimos muchísimo y, evidentemente, con animales como, por ejemplo, las ovejas o los perros, que es que compartimos muchos años de codomesticación; de convivencia. Y claro, ahí hay un roce, una convivencia tan continua, que evidentemente hemos aprendido mucho de otros.
Quizá aquí lo que deberíamos de empezar a darle mucho valor es a esos aprendizajes que no son los aprendizajes reconocidos, esos aprendizajes objetivos, neutros, de las academias, de las ciencias.
Hay unos aprendizajes y unas ciencias prácticas muy valiosas que tienen las personas que están continuamente conviviendo con esos otros animales y que no tienen por qué pasar por un paper.
Susana Jiménez Carmona se mueve dentro de los ámbitos de la música, el arte sonoro y el arte colaborativo, desde la propia práctica artística, la investigación y la docencia. En esta cápsula, se extiende sobre las motivaciones personales y filosóficas detrás de su labor sonora sobre las ovejas y la trashumancia en Zamora y Córdoba, acercándonos tanto al trabajo campo con los pastores y las ovejas, como al enfoque teórico de autoras como Vinciane Despret, por ejemplo.
Susana Jiménez Carmona ha formado parte de colectivos tales como "Cuidadoras de sonidos" junto a Anouk Devillé entre 2015 y 2018; Territorio doméstico y Pandora Mirabilia (2019), Plata (participando en el proyecto «¡Vives en una ciudad agrícola!»); y ruido ê de Silvia Zayas entre 2010 y 2016. Además, fue la encargada de impulsar y coordinar la iniciativa participativa El paseo de Jane en Madrid. Es doctora en Ciencias Humanas y de la Cultura por la Universitat de Girona y profesora en el Máster de Arte Sonoro de la Universitat de Barcelona.
Compartir
- Fecha:
- 06/06/2024
- Realización:
- Grabaciones de campo y composición: Susana Jiménez Carmona / Entrevista y edición: José Luis Espejo
- Licencia:
- Creative Commons by-nc-sa 4.0