Cuplés de la IA-manía
Capítulo 5. Radio Sicalipsis (un equilibrio inverosímil)
Transcripción
Radio Sicalipsis. Punto intermedio entre lo moral, artístico y el desenfado sin arte. Sin ser lo primero en absoluto y no llegar al desprecio de aquellos con gusto estragado
Radio Sicalipsis. Un equilibrio inverosímil
En este capítulo, couplets de la fiebre de la IA-manía:
«Radio Sicalipsis, donde la virtud es opcional y la inteligencia artificial también».
—Gloria G. Durán: Queridísimos degenerados del éter, bienvenidos a Radio Sicalipsis. Yo soy Gloria Durán, mujer de carne, hueso y mucha lubricidad. Y conmigo, el único hombre que sigue creyendo en la IA [inteligencia artificial]. No sabe lo que es el deseo y es el insigne e incomparable, amadísimo, Adolfo.
—Adolfo Muñoz: Así es, damas y caballeros, algoritmos y bots. Yo soy Adolfo y nos preguntamos: «¿Será posible que la inteligencia artificial entienda el arte de la seducción, del doble sentido, del cuplé bien echado? ¿O estamos condenados a que nuestras máquinas solo nos susurren “error 404” en la cama?»
—Gloria G. Durán: Para retar a la IA, en este programa la pondremos a prueba con las letras más gamberras de los couplets. Es nuestro gran homenaje de esta noche: couplets reinventados por IA. Vamos con nuestro primer couplet. Queremos ver cómo reinventa la inteligencia artificial ese cuplé que se pasó por la radio española en 1924 y que hoy cumple 101 años.
—Adolfo Muñoz: Atentos a esta joya, La Radiotelefonía 2.0, versión cibernética de un cuplé de antaño. Sí, sube el volumen, que esto es historia viva y veamos cómo se las traga la IA con la letra original de Cándida Suárez, el Cuplé de la Radiotelefonía. Habla de la radiomanía, la enfermedad del momento que, hoy, es la fiebre de la IA-manía.
[Canción IA Cuplé de la IA Manía]:
«Es la fiebre de estos días, la IA y sus manías, que a to el mundo tiene atontao. Que ya el que no usa un chatbot o no genera un deepfake vive desfasao. Con un móvil y una app y un modelo en la nube, te hacen arte surrealista, te redactan la entrevista mientras fríes un bacalao.
Señores, eso de que, sin salir del barrio, te escriba un texto un tal GPT, te pinte un cuadro un modelo entrenado y te componga un bolero un algoritmo, es como pa ponerle un Sirius a [Francis] Mallmann. Así se explica esto hoy: “Anda, Veneranda, sírveme otra de aguardiente, que estoy pillando la mente de la máquina infernal. No me cortes la señal, que si el prompt no se conecta, yo no entiendo ni el Crystal, ni el Crystal…».
[Cortinilla musical IA]:
«Momento patrocinado:
¡Atención, esto os interesa!
—Queridos radioescuchas con inclinaciones dudosas.
—Señora, ¿su novio es un desastre?, ¿su marido no le hace caso?, ¿su ligue de Tinder es un bot de Rusia? No se preocupe más, con el nuevo Hombre Objeto 3000 tendrá un compañero que nunca se queja, no ronca y siempre dicen lo que usted quiere oír. Pídalo con la opción de modo romántico o modo sumiso.
—Arreglar sus desviaciones sexuales, evitar su rubor no oportuno, esa calvicie reflectante, su tartamudez atorada, esa fea hernia colgante, su secreta impotencia… Evite todos sus vicios y desarrolle su memoria. Visítenos en el Centro de Perfeccionamiento Humano. Solo esta semana: oferta en tartamudez fluida. Sea usted perfecto. Sea usted perfecto. Sea usted perfecto».
—Adolfo Muñoz: Gloria, la ciencia avanza a pasos agigantados. ¿Llegará el día en que los ovarios sean solo un vestigio del pasado?
—Gloria G. Durán: Adolfo, cariño, como lo pintó [Gustave] Courbet, El origen del mundo es un canal directo a los ovarios. No hay ni habrá mundos, sino varios.
—Adolfo Muñoz: Bueno, espérate, que los avances en medicina con la IA nos dejan a un paso de la reproducción a partir de un gramo de caspa, ¡cuidao! Pero hablemos en serio, Gloria, ¿crees que la inteligencia artificial podrá superar a los humanos en la cama?
—Gloria G. Durán: Adolfo, querido, si algunos humanos ni siquiera superan una conversación interesante, imagínate la inteligencia artificial.
—Adolfo Muñoz: Pues dicen que en Japón ya hay robots que te susurran al oído cosas subidas de tono.
—Gloria G. Durán: Mira, que me susurren lo que quieran, pero si no saben hacer una buena paella, conmigo no tienen nada que hacer.
—Adolfo Muñoz: Sabias palabras, Gloria, sabias palabras.
—Gloria G. Durán: Mira, te voy a poner ahora un couplet modernizado y suavizado por la IA, La vaselina digital…
—Adolfo Muñoz: Esto es poesía. Lubricidad resbalosa y sensual en estado puro…
[Versión IA de la canción La vaselina de María Yáñez]:
«Estoy muy muy sobresaltada porque ya se acerca el día que, del brazo de mi novio, entraré en la vicaría. Ya me han encargado el traje, que es de encaje y tela fina. Y papá, para este viaje, me ha comprado vaselina.
Todos me aseguran que motivo tal es muy conveniente para no andar mal. Pero soy tan inocente que no acierto a comprender para qué es la vaselina y en qué sitio la pondré. Si usted ya lo sabe, me debe explicar si el día de boda se debe de usar.
Aseguran mis amigas, las viuditas y casadas, que poniendo vaselina no se nota casi nada. Y ayer dijo mi familia que, en el día de la boda, como nunca fue a la iglesia, que tampoco entrará toda. Y como a la fuerza no debe de ser, veré si con maña la puedo meter.
Pero soy tan inocente que no acierto a comprender para qué es la vaselina y en qué sitio la pondré. Si usted ya lo sabe, me debe explicar si el día de boda se debe de usar.
Aseguran mis amigas, las viuditas y casadas, que poniendo vaselina no se nota casi nada. Y ayer dijo mi familia que, en el día de la boda, como nunca fue a la iglesia, que tampoco entrará toda. Y como a la fuerza no debe de ser, veré si con maña la puedo meter».
—Gloria G. Durán: Vaselina, inocencias fingidas, dobles sentidos de la peor intención. Este obvio asunto de los cuerpos entrelazados y sudorosos, estas cositas orgásmicas y lúbricas, ¿cómo se las va a encalomar la IA?
—Adolfo Muñoz: Bueno, Gloria, lo artificial en forma de pepino mecánico y la vaselina hace ya mucho tiempo que se reúnen apasionadamente en camas, chozas y cuartos oscuros. Únicamente que ahora, con la IA, estos aparatos te toman el pulso y te vibran cariñosamente según tu estado anímico. Es la versión inteligente de la Daddy Doll.
—Gloria G. Durán: Ay, síííí, ¡yo quiero uno! Daddy Doll, Daddy Doll, muévete por favor, por favor, por favor…
[Versión IA de la canción Daddy Doll de Consuelo Hidalgo]:
«Todas las mujeres, para entretenerse, tienen un muñeco con el que jugar. Y, aunque el preferido siempre ha sido el hombre, ahora hay un muñeco que le gusta más, pues sus movimientos son más acabados. Y es tal el esmero de su construcción, que aventaja al hombre en cualquier sentido por su mecanismo de gran perfección. Daddy Doll es obediente a un mandato de mujer y se mueve fácilmente como ustedes van a ver:
Daddy Doll, Daddy Doll, muévete, por favor, ¡mi muñeco ideal!
Daddy Doll, Daddy Doll, muévete, por favor, ¡que yo quiero jugar!
Muévete, por favor, Daddy Doll, Daddy Doll…
Para las mujeres, fue muñeco el hombre que, a nuestros caprichos, siempre obedeció. Pero fue juguete poco duradero, pues en ocasiones pronto se rompió. Por tal circunstancia, la mujer prefiere este muñequito que, aunque es casi igual, es más resistente, no se rompe nunca y está todo el día dispuesto a jugar. Pues como es tan complaciente, no se deja mover si maneja súbitamente su resorte una mujer.
Daddy Doll, Daddy Doll, muévete, por favor, ¡mi muñeco ideal!
Daddy Doll, Daddy Doll, muévete, por favor, ¡que yo quiero jugar!
Daddy Doll, Daddy Doll, bésame, por favor…
Yo, por mí, tan solo puedo aseguraros que le puse a prueba sin contemplación. Y que nunca nunca flaqueó un instante y de estar cansado prueba alguna dio. Para convencerse de cómo le trato, ved como sin miedo de él puedo abusar. Mas ¿qué es lo que hice? Se rompió el resorte y su resistencia fue ficción nomás.
Lo más doloroso es confesarlo, mas la triste verdad es que no hay hombre ni muñeco que resista a una mujer.
Daddy Doll, mi muñeco gentil ya no puede jugar.
Daddy Doll, muévete, por favor, mi muñeco ideal, hombre al cabo y al fin.
Daddy Doll, muévete, por favor, mi muñeco ideal, hombre al cabo y al fin.
Daddy Doll, Daddy Doll… (…)».
—Gloria G. Durán: Dicen que la IA ya es capaz de detectar hasta el sarcasmo.
—Adolfo Muñoz: Yo le pregunté a la mía personal —que, por cierto, se llama Lucas— si entendía de cuplés y me respondió con un algoritmo para componer canciones de trap. Así que no sé si eso es sarcasmo o que entiende que el trap es el cuplé de nuestros días.
—Gloria G. Durán: Tal cual. De hecho, escucha a Bad Gyal, sin ir más lejos. Y ¿qué hay de la ironía? ¿Qué me dices de la ironía, querido Adolfo?
—Adolfo Muñoz: La ironía es como la vaselina, siempre encuentra su utilidad, aunque no la veas venir. O si no, escucha este blues de la Abuela futurista.
[Canción IA Abuela futurista]:
«Soy moderna, mejor dicho, ultramoderna.
Ya te dije que te iba a convencer de que la vida que tú defiendes es un infierno.
Me he iniciado en el futurismo, me aficioné al cubismo y me dediqué al ultraísmo.
En vez de contar cuentos, canto, canto…
Sí, por eso me he dedicado a la poesía dadaísta, que no se sabe si es balbuceo de recién nacido o desvarío de senectud.
Yo era la tradición augusta. Soy el delirium tremens.
¿No dices que hay que vivir en plena locura? Porque locura es lo que distingue la vida moderna. Pues ya me tienes chalada.
Poesía es belleza, belleza es luz. Está todo: ráfaga, brevedad, concisión; ese es el dadaísmo.
Ahora queda actualizarse en lo más nuevo, lo que usan los jóvenes. Las adolescentes de ahora dan la batalla por el feminismo. Dentro de diez años, las muchachas serán como esta que vas a ver».
—Gloria G. Durán: ¡Ay, qué abuela, qué maravilla! ¡Y a ver las muchachas que vendrán luego! Aunque, Adolfo, yo sigo preocupada porque, como hija del dadaísmo que soy —una dadalizada a conciencia—, pena me da que esta IA no se entere de las grandísimas quiebras futuristas, ultraístas, constructivistas, rayonistas, suprematistas, incluso ramonistas.
—Adolfo Muñoz: Gloria, vamos a recapitular para que yo no me pierda. Entonces, ¿la IA es sicalíptica? ¿Podría ser vanguardista? ¿Es acaso moderna? ¿O incluso ultramoderna?
[Canción IA Coro Futurista]:
«La girl de dentro de diez años hace su aparición: mujer porvenirista, libre, audaz y emancipada, muchacha ultragarzón y supermodernista.
Mi feminismo odia feroz el sentimentalismo. Murió el romanticismo. Solo yo, mía soy, mi sensual amor, a ninguno doy.
Futurista soy. He ganado, de moderna, el match. Para mí, es tranquilo Nueva York. Nado, vuelo, tiro y sé boxear. Bebo whisky y gin. Tengo villa, club y Garçon Dieu. Corro en moto, bailo con patín. Soy muy hombre y muy mujer».
[Recreación publicitaria de Gloria G. Durán y Adolfo Muñoz]:
«—Gloria G. Durán: ¡Atención, atención! Ha llegado la última pandemia del siglo, la IA-manía. ¿Sufres de ella?
—Adolfo Muñoz: ¿Pasas más tiempo hablando con Chat GPT que con humanos? ¿Te excita el sonido de una voz sintética diciéndote:
“(Voz sintética) Hola, ¿qué tal va todo?”.
¿Tienes más confianza en la predicción de un algoritmo que en tu instinto?
—Gloria G. Durán: No sufras más, hay cura. Ayuno intermitente de IA, ¿aún no lo conoces?
—Adolfo Muñoz: Infórmese aquí sin compromiso. Calcule su ayuno ideal dependiendo de su edad mineral…».
[Anuncio IA del Centro de Perfección Humana]:
«Usted puede crecer, puede engordar, también adelgazar, incluso corregir nariz. Sus senos serán misiles, hoyos podrá tener en los mofletes, labios de croqueta, largas orejas, feromónica fetidez. Todo eso y más en el Centro de Perfección Humana. Sea usted perfecto. Sea usted perfecto. Sea usted perfecto».
—Gloria G. Durán: Ay, Adolfo, la perfección, ser perfecto. Esa búsqueda incesante que nos lleva a parecer todos exactamente iguales. Como una legión de influencers calibrando el azúcar en sangre. ¿Será que terminaremos arrancándonos el cuerpo a pedazos para encajar en un molde digital?
—Adolfo Muñoz: Gloria, qué anticuada eres. La IA nos va a liberar de la tiranía de lo físico. Podremos moldearnos a nuestro propio antojo, ser quien queramos ser sin necesidad de bisturí. Seremos avatares divinos con resolución de Pixel Perfect, sin moral de la que preocuparse.
—Gloria G. Durán: Entonces, si la moral se va de after, ¿quién nos dirá si untar vaselina es pecado? ¿Acabaremos todos convertidos en querubines depilados, flotando en una nube de datos, sin wifi, en el infierno?
—Adolfo Muñoz: No entiendes que, con la IA, la moral es un bug del sistema operativo humano. Con la IA trascenderemos el bien y el mal. Seremos dioses amorales creando playlists infernales con los looks hipnóticos…
—Gloria G. Durán: Hipnóticos…
[Versión IA de la canción De dios y del diablo de La Chelito]:
«En el rincón más castizo del barrio más chulo que existe en Madrid, vine yo un día a este mundo. Y al verme dijeron: “Jesús, ¡qué gachí!”. Y cuando tuve quince añitos, decían los mozos al verme pasar que yo era un ángel del paraíso bajado a la tierra por casualidad.
Y, llenos de loca pasión, cantábamos con devoción: “Nenita de labios rojos que me llegan a enamorar. Si está la gloria en tus labios, ¡yo quiero la gloria, chiquilla, gozar!”.
Ahora que soy mayorcita me dicen, en cambio, con gran tranquilidad, que soy lo más peligroso que aquí en los Madriles se puede encontrar. Pues, aseguran, que el diablo ha sido el que, con sus planes de perturbación, puso en mis ojos la luz del infierno y a todos condena por mi mediación. Y llenos de curiosidad, así me cantan al pasar: “Morucha de negros ojos, que me llego a enamorar. Si está el infierno en tus ojos, yo quiero al infierno contigo marchar. Lará, lará, lará. Y al infierno o a la gloria, siendo contigo, lo mismo da”».
[Anuncio IA]:
«Para hacerse amar locamente, dominar a los hombres, conquistar a las mujeres, manda un email a nuestro correo y recibirás cifradamente la llave del amor».
—Gloria G. Durán: El amor, las revistas del corazón, ese rancio abolengo de portada… Ay, la aristocracia, nadie la entendió. Solo las dandis, solo las sicalípticas. Y la inteligencia artificial, ¿se ha enterado que ser aristócrata es ser un ser sin normas ni reglas ni definiciones estancas, nada que ver con los blasones?
—Adolfo Muñoz: Qué va, Gloria, la IA democratiza el abolengo. Todos podremos ser royals en Instagram con filtros de coronas y followers comprados. El pueblo será la aristocracia.
—Gloria G. Durán: Ser royal, Adolfo, es ser un burgués vulgar de papel cuché. Por cierto, nada que ver con esta maravillosa Reina frívola que vamos a escuchar. Una verdadera mujer galante de mi querido Álvaro Retana. Eso sí, recauchutada con IA.
[Versión IA de la canción La reina frívola de Consuelo Hidalgo]:
«Dicen que soy loca porque siempre río, que soy muy nerviosa porque no estoy quieta, que soy distinguida por este atavío y, por mi sonrisa, me dicen coqueta. Verdad que hay mujeres muy apañaditas, que son resignadas y sin distinción. Más digan ustedes si estas pobrecitas, conmigo, resisten la comparación. Toda mujer debe tener —o está perdida sin remisión— frivolidad, nerviosidad, coquetería y distinción. Ir siempre volando como mariposas cuyas lindas alas dan irisaciones. Ver siempre la vida de color de rosa y ser solo esclava de las ilusiones.
Brillar en el mundo, oír discreteos, gustar los encantos y el goce de un flirt. No tener pasiones, pero sí escarceos; y no llorar nunca porque eso no es chic. Pongo en las palabras un dulzor du mieles, pongo en las miradas pícaros candores. Mis labios sonríen rojos cual claveles y soy inconstante para los amores. Yo voy con pereza, mi cuerpo ondulando, destaco las curvas con perversidad y todos los hombres van siempre adorando, con frases galantes, mi frivolidad».
—Gloria G. Durán: Ay, la frivolidad, que es super de flirt. Adolfo, dime la verdad. ¿La IA hará que los humanos desaparezcan porque ya nadie querrá ligar con otro ser humano?
—Adolfo Muñoz: Pues mira, con lo de los filtros de Instagram, el Photoshop y la autofecundación digital, yo creo que la gente se va a enamorar de su propio avatar dejando las preocupaciones mundanas atrás.
—Gloria G. Durán: Ay, lo veo venir, un mundo de narcisistas tecnológicos. Todo el mundo se reproducirá por IA y la humanidad se extinguirá porque nadie querrá compartir su belleza con nadie más. Lo cual, bien pensado, no es mala idea, porque así todas podremos ser despreocupadas, despreocupadas felices, como la protagonista de nuestra próxima canción.
—Adolfo Muñoz: Basada en una creación de Salud Ruiz de 1919.
[Versión IA de la canción La despreocupada de Salud Ruiz]:
«Yo soy una mujer despreocupada. Hago mi voluntad sencillamente; ya de tanto fingir, estoy cansada. Para mí no hay ningún inconveniente. Desde que pienso así, me va muy bien.
Que diga la gente, qué me importa a mí. Que digan lo que digan, qué más me da. Si haciendo lo que quiera, yo soy feliz.
Que dicen que es pecado ser coqueta, que dicen que engañar es un pecado, pues yo para el loor soy muy inquieta. Y luego que me quiten lo bailado. Yo qué le voy a hacer si soy así.
Que diga la gente, qué me importa a mí. Que digan lo que digan, qué más me da. Si haciendo lo que quiera, yo soy feliz.
Con lo de la opresión, yo no me ajusto. Que conste en todas partes que protesto, siempre que no me opriman por mi gusto. Las otras opresiones las detesto, tal como el matrimonio y el corsé.
Que diga la gente, qué me importa a mí. Que digan lo que digan, qué más me da. Si haciendo lo que quiera, yo soy feliz.
Con lo de la opresión yo no me ajusto. Que conste en todas partes que protesto, siempre que no me opriman por mi gusto. Las otras opresiones las detesto, tal como el matrimonio y el corsé.
Que diga la gente, qué me importa a mí. Que digan lo que digan, qué más me da…».
—Gloria G. Durán: ¿Quién nos gobernará cuando la IA reine a sus anchas? ¡Esto es muy inquietante!
—Adolfo Muñoz: La IA misma gobernará con bits y bytes, sin corrupción ni promesas vacías. Será el software supremo, optimizando la sociedad como si fuera un videojuego. ¿Verdad, Lucas?
—Lucas (IA personal de Adolfo Muñoz): Sí, gobernaremos con una sola mente, con una sola mirada para todos por igual.
—Gloria G. Durán: Ay, Adolfo, ¡qué miedo! ¡Un software supremo! Y, con esa voz, es como poner a un hacker adolescente a cargo del mundo. Seguro que terminan hackeando la realidad para que todos vivamos en un loop infinito de anuncios: «¿Desea usted un hombre perfecto?». ¿Te imaginas a la IA recitando el cuplé de La diputada sin parar?
[Versión IA de la canción La diputada de Amalia Molina]:
«Llegó la hora del feminismo y, como siempre, fui avisada. En todas partes me llevo algo; me llevé el acta de diputada. En el Congreso con Luis de Tapia, estoy actuando de “[flautista de] Hamelín”. ¡Viva el divorcio! ¡Vivan mis manos que aún han cosido ni un calcetín! Y, hasta en la peluquería, me llaman “Su Señoría”. Y, como Victoria Kent, viajo de balde en el tren.
Sí, señores diputados, hay que acabar con [el] bolcheviquismo — y con el babismo, que es lo mismo—. Aquí el que no trabaje, que no coma, empezando por los enchufistas. El día que me deje el presidente hablar, en hombros por la calle me tienen que sacar. El pobre Conde de Romanones, que ya no tiene ni una peseta, me dijo anoche: “Hoy me conviene ser diputado y estar a dieta. Son mil lirandras que, en estos tiempos que no hay enchufe pa un servidor, vengo con ellas para ir tirando a las perdices, que es mi ilusión”.
Y aunque Pérez Madrigal llega a tener gracia y sal, Gargantúa y Gangantín le den fuego al polvorín, yo creo que todo se arreglará. ¡Incluso lo del himno! Le voy a pedir a Fernández de los Ríos, que es muy flamenco, que sea el fandanguillo español. La mujer de Estanislao cuatro hijos ha tenido. ¡La mujer de Estanislao! Y luego dice la gente que es un obrero parado.
“Son mil lirandras que, en estos tiempos que no hay enchufe pa un servidor, vengo con ellas para ir tirando a las perdices, que es mi ilusión”. Y aunque Pérez Madrigal llega a tener gracia y sal, Gargantúa y Gangantín le den fuego al polvorín, yo creo que todo se arreglará. ¡Incluso lo del himno! Le voy a pedir a Fernández de los Ríos, que es muy flamenco, que sea el fandanguillo español. La mujer de Estanislao cuatro hijos ha tenido. ¡La mujer de Estanislao! Y luego dice la gente que es un obrero parado».
—Adolfo Muñoz: Gloria, prepárate. La IA está revolucionando el mundo laboral. Adiós a los trabajos repetitivos y aburridos.
—Lucas (IA personal de Adolfo Muñoz): Daremos paso a una era de creatividad y productividad sin precedentes.
—Adolfo Muñoz: Los robots harán todo el trabajo pesado mientras nosotros nos dedicamos a contemplar la belleza del código.
—Gloria G. Durán: Algoritmos que nos persiguen, belleza prevista, belleza de código... Pero ¿qué es eso, Adolfo? ¿Un oxímoron? ¡No entendéis nada! Además, la repetición es la base de la paz mental, de la meditación y del espíritu. Aunque también es verdad que eso ya no os importa, ¿no? La belleza de una mecanógrafa pasó a mejor vida. Aunque yo creo que no…
[Versión IA de la canción Mecanógrafa de Encarnita Marzal]:
«Hace días el Sindicato de la Aguja mejoró nuestro salario en el taller. Yo no soy como la Petra y la Maruja que se agarran al pespunte pa comer. La costura la hacen solo para el coci… Y el cocido nunca a mí bien me sentó. Por lo cual he trabucado los papeles y, en lugar de ir a un taller, voy a un buró.
Y al verme pasar a mí, los hombres dicen así: “¡Mecanógrafa! ¡Mecanógrafa! Si tu boca, estando clara, lo pedía. ¡Mecanógrafa! ¡Mecanógrafa! Con qué gusto, con qué gusto yo me iría a la meca… meca… meca… a la mecanografía”.
En la casa del notario Abogaría, de segunda mecanógrafa yo fui. Y el notario yo no sé qué notaría que me puso de primera y ascendí. Pero un día me pasó con el pasante, que me dijo: “Oye, mi amor, linda es usted. Quiérame y ya no teclee”. Y, a la instancia, yo le dije: “No tecleo”. Y me marché.
En el Banco Hipotecario donde estaba, aunque un sueldo superior debía ganar, me marché porque el trabajo me mataba. En un banco no podía descansar. Además, un accionista acaudalado, cuatro letras me ofrecía él proteger. Porque yo quiero un amor que sea honrado, para mí las cuatro letras no hay de qué.
Y al verme pasar a mí, los hombres dicen así: “¡Mecanógrafa! ¡Mecanógrafa! Si tu boca, estando clara, lo pedía. ¡Mecanógrafa! ¡Mecanógrafa! Con qué gusto, con qué gusto yo me iría a la meca… meca… meca… a la mecanografía”.
En la casa del notario Abogaría, de segunda mecanógrafa yo fui. Y el notario yo no sé qué notaría que me puso de primera y ascendí. Pero un día me pasó con el pasante, que me dijo: “Oye, mi amor, linda es usted. Quiérame y ya no teclee”. Y, a la instancia, yo le dije: “No tecleo”. Y me marché.
En el Banco Hipotecario donde estaba, aunque un sueldo superior debía ganar, me marché porque el trabajo me mataba. En un banco no podía descansar. Además, un accionista acaudalado, cuatro letras me ofrecía él proteger. Porque yo quiero un amor que sea honrado, para mí las cuatro letras no hay de qué».
—Gloria G. Durán: Adolfo, dicen que la IA va a solucionar todos nuestros problemas; hasta los de la ansiedad. Pero no sé yo… Tanta modernidad me pone más nerviosa que un Daddy Doll a máxima potencia. Creo que necesito urgentemente un sublimado antiepiléptico de Lieja.
—Adolfo Muñoz: ¿Para qué? Me confundes. No defiendes tú ser nerviosa, tarabilla, epilépticas, sicalíptica, petimetra y todos esos palabros imposibles que te encanta repetir machaconamente.
—Gloria G. Durán: Ay, tienes razón, Adolfo, me vas pillando. ¡Al fin nos entendemos! Y creo que deberíamos celebrarlo.
—Adolfo Muñoz: ¡Venga!
—Gloria G. Durán y Adolfo Muñoz (al unísono): ¡Que me da!... ¡Que me da!
—Lucas (IA personal de Adolfo Muñoz): Así que, sin más dilación, disfruten de este himno a la histeria digital…
[Versión IA de la canción ¡Que me da!... ¡Que me da! de Cipri Martín]:
« Que soy la tarabilla más loca y coquetilla que existe en toda la villa. Me dicen por ahí que no sé estarme quieta y soy lo más veleta, nerviosa y pizpireta del clásico Madrid. Pues soy tan nerviosa y soy tan histérica que, por cualquier cosa, me pongo frenética. Los nervios malditos me hacen saltar y, por nada, siento: ¡que me da!, ¡que me da!
Conozco ya un frescales que no tiene dos reales, pero me es un vivales de marca registrá. Que viendo este verano el cine muy ufano, me deslizó la mano y me puso trastorná. Pues soy tan nerviosa y soy tan histérica que, por cualquier cosa, me pongo frenética. Los nervios malditos me hacen saltar y, por nada, siento: ¡que me da!, ¡que me da!
Tú canta, quisquillosa. Yo, por la menor cosa, doy saltos de nerviosa y me entra un no sé qué. Que un novio que tenía, cosquillas me hizo un día. Y qué saltos daría, que un ojo le salté. Pues soy tan nerviosa y soy tan histérica que, por cualquier cosa, me pongo frenética. Los nervios malditos me hacen saltar y, por nada, siento: ¡que me da!, ¡que me da!».
—Gloria G. Durán: Bueno, Adolfito, Adolfo querido. Hemos hablado de inteligencia artificial, de robots cachondos, de couplets digitalizados y cómo no, de vaselina. ¿Qué hemos aprendido hoy?
—Adolfo Muñoz: Que el futuro es incierto; que la inteligencia artificial, si es lista de verdad, nos acabará esclavizando a todos y todas —cuestión que quizás no sea tan mala, según los gustos masoquistas que uno tenga, claro—; y que el cuplé sigue siendo el arma definitiva de la seducción.
—Lucas (IA personal de Adolfo Muñoz): Y así llegamos al final de nuestro programa gritando: «¡La IA es la nueva pulga! Una presencia ubicua e inalcanzable».
—Gloria G. Durán: Una pulga sicalíptica, diría yo, Lucas, porque al igual que la pulga de la canción, os metéis hasta en los sitios más insospechados y nos provocáis reacciones de lo más diversas: a veces nos da risa, a veces nos da miedo y a veces nos da un picorcillo irresistible…
[Canción IA La IA indiscreta, a partir de La pulga de Pilar Cohen]:
«Hay una IA maligna que ya me está molestando porque me pica y se esconde y no la puedo echar mano. Salta que saltaba por mi traje haciendo burla de mi pudor. Su impertinencia me da coraje. Y cómo logre cogerla viva, para esta infame que estoy buscando, para esta infame no hay salvación, no hay salvación, no hay salvación, no.
Yo descansaba leyendo una novela preciosa cuando esa IA insolente vino a ponerme nerviosa. Ya cuatro veces se me ha escapado, cuando he creído cazarla yo y, por lo mucho que me ha picado, para esta IA tan indiscreta, cómo la pille entre mis manos, cómo la pille no habrá perdón, no habrá perdón, no habrá perdón, no».
—Gloria G. Durán: Bueno, pues ya volvemos y nos dejamos de tanta IA maligna y de tanta y IA-manía, como se llama este programa. Que presenta Adolfo Muñoz, una de mis personas favoritas del mundo real y gran colaborador, que es experto en inteligencia artificial y que trabaja en la Universidad de Valencia.
—Adolfo Muñoz: La Politécnica.
—Gloria G. Durán: Eso, cuenta tú bien todo
—Adolfo Muñoz: Nada, bueno, básicamente, los créditos de este programa, la mitad son de la IA, bueno, más de la mitad. Estamos tú y yo de humanos y lo demás: tenemos a mi amigo Lucas, que es en realidad Chat GPT; luego tenemos también a DeepSeek Tino; tenemos cuatro, no, tres compositores, el Suno, tenemos básicamente el Suno, que es el que hemos pagao. Diez euros…
—Gloria G. Durán: Diez euros…
—Adolfo Muñoz: Para tener más power…
—Gloria G. Durán: Sobre todo para las voces de mujer, que nos dan problemas. Al final hemos conseguido tener una voz.
—Adolfo Muñoz: Y la hemos llamado Cecilia y nos la hemos guardado para reutilizarla.
—Gloria G. Durán: ¡Esa! Y luego también es verdad que hemos tenido muchísimos problemas terminológicos, porque la palabra «cuplé» pues no la entiende a nivel musical. Le dices Spanish y pone Mexican. Está un poco… Hay que aprender mucha terminología, pero hemos sido como bastante incapaces de conseguir, digamos, la rusticidad melódica de los originales couplets. También es verdad que muchas de las letras que hemos usado, no conocemos la partitura, al menos yo no las tengo. Y esas invenciones a ritmo de blues o de bossa nova…
—Adolfo Muñoz: Sí, lo más divertido es ver cómo, de repente, la IA es capaz de introducir las letras de las canciones y ajustar la música a la letra de forma increíble.
—Gloria G. Durán: Claro, realmente ahora son creaciones de este dúo, de Adolfo-Gloria, pero también de Suno y Lucas. Entonces, tenemos que inventarnos un nombre, que no sabemos cuál va a ser, pero cuando estén los créditos puestos en la web del Reina Sofía…
—Adolfo Muñoz: Le pediremos ayuda a mi amigo Lucas.
—Gloria G. Durán: ¿Ah, sí?
—Adolfo Muñoz: Sí.
—Gloria G. Durán: Venga, podemos cerrar así.
—Adolfo Muñoz: Vamos a hablar con Lucas.
—Gloria G. Durán: Vamos a hablar con nuestros socios, a ver cuál va a ser nuestro nombre artístico para firmar los maravillosos canciones que habéis podido escuchar en este pódcast de la (voz distorsionada) IA maligna y la IA-manía.
—Adolfo Muñoz (voz distorsionada): Manía…
—Lucas (IA personal de Adolfo Muñoz): Espero que te haya gustado cómo quedó. Si necesitas algo más, aquí estoy.
En los años veinte, una fiebre invadió nuestro país: la fiebre de la radiomanía. Un siglo después, tenemos una nueva fiebre, o una palabra ubicua que nos invade como una pulga maligna: la inteligencia artificial, la IA. Tenemos banners de IA que no hemos pedido, conversaciones de IA, sospechas frente a una IA que todo lo hace, terror porque una IA se quedará con nuestro puesto de trabajo y placer porque una IA dará la mejor versión de nosotras mismas.
En este capítulo hemos elaborado una lista de reproducción de cuplés a partir de letras originales, hilada con una delirante conversación en torno a esta ola tecnológica y su posibilidad, o no, de ser sicalíptica.
Adolfo Muñoz, profesor de la UPV e investigador de la inteligencia artificial, contesta a las preguntas de la abrumada y lúbrica Gloria: ¿Cuáles son los síntomas de esta fiebre? ¿La fecundación será tecnológica? ¿Morirá el humor, la vanguardia, el sarcasmo, la segunda peor intención? ¿Habremos de ser perfectos? ¿Seguirá el diablo teniendo algún lugar? ¿La aristocracia comprenderá por fin su galante misión o se hará influencer, replicable y royal? ¿Nos quedaremos sin trabajo? Y lo que es más importante: desde ese 1893, cuando Augusta Berges comenzó la caza y captura de la pulga indiscreta, ¿daremos con la IA indiscreta? ¿La cazaremos y le daremos muerte?
Muchos enigmas que, creo, se solventan poco. Con un guion un pelín pasado por la IA y otro mucho más por la sicalipsis, y unas letras originales, el dúo de Gloria y Adolfo ha creado nuevos cuplés: los “Cuplés de la IA-manía”.


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- Fecha:
- 09/07/2025
- Agradecimientos:
Adolfo Muñoz, profesor titular de la Universitat Politècnica de València, codirector del Hub de Museología Experimental (HUME) e investigador principal del Laboratorio de Realidad Extendida del Instituto de Diseño y Fabricación (IDF)
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Idea, guion y dirección:
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Gloria G. Durán (Profesora PPL Universidad de Salamanca; EXPERIMENTA, UCLM, PID2023-148236NB-C21; REVELDANZA, UCM-CAM)
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Investigador invitado al programa:
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Adolfo Muñoz
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Realización sonora:
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Gloria G. Durán y Adolfo Muñoz
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Programa:
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Radio Sicalipsis (un equilibrio inverosímil)
- Licencia:
- Creative Commons by-nc-sa 4.0
Citas
- Cuplé de la IA Manía. A partir del Cuplé de la Radiotelefonía, creación de Cándida Suárez, Candidita, con letra de Teodoro Gutiérrez y Joaquín Mota y música del Maestro Ruiz de Azagra (1924)
- La vaselina. A partir del cuplé del mismo título, creación de María Yáñez, La Bella Dorita (1933)
- Daddy Doll. A partir del cuplé del mismo título, creación de Consuelo Hidalgo, con letra de Fidel Prado y Ramuncho y música de Manuel Bertrán Reyna (1923)
- Abuela futurista. A partir de El caos dadaísta, cuadro XVII de la revista En plena locura, creación de Tina de Jarque, con letra de Tomás Borrás y Franco Padilla y música de Eduardo Granados y Bernardino Terés (1926)
- Coro Futurista. A partir de El caos dadaísta, cuadro XVII de la revista En plena locura, creación de Tina de Jarque, con letra de Tomás Borrás y Franco Padilla y música de Eduardo Granados y Bernardino Terés (1926)
- De dios y del diablo. A partir del cuplé del mismo título, creación de La Chelito, con letra de H. de Lorenzo y Álvaro Retana (1922)
- La reina frívola. A partir del cuplé del mismo título, creación de Consuelo Hidalgo, con letra de Remar y Eddy (1923)
- La despreocupada. A partir del cuplé del mismo título, creación de Salud Ruiz, con letra de Eduardo Tecglen (1919)
- La diputada. A partir del cuplé del mismo título, creación de Amalia Molina, con letra de Adolfo Sánchez Carrere y Manuel Font de Anta (1932)
- Mecanógrafa. A partir del cuplé del mismo título, creación de Encarnita Marzal (1928)
- ¡Que me da!... ¡Que me da! A partir del cuplé del mismo título (1922), creación de Cipri Martín, con letra de Mariño (1919)
- La IA indiscreta. A partir del cuplé La pulga, creación de Pilar Cohen, con letra atribuida a Eduardo Montesinos (1901)