Museo Situado
Una conversación con Ana Longoni
Transcripción
Museo Situado
Una conversación con Ana Longoni
Museo Situado es una red; una red de colaboración entre distintos colectivos, activistas y asociaciones de migrantes, grupos feministas, grupos artísticos del barrio de Lavapiés y algunos extra-Lavapiés también. Me gusta pensar que no se trata tanto de un territorio geográfico, sino más bien de un territorio afectivo, de vínculos, de lazos, de mucha historia en común y de muchos proyectos compartidos.
Es una red dentro de otras en las que está participando el Museo. El Museo se define como un museo en red; un museo que desborda sus fronteras a partir de pensar en una institucionalidad porosa conectada con otros agentes, que pueden ser agentes muy diversos. Desde otros museos, como el como es el caso de L'Internacionale, hasta agentes activistas, como en el caso de la Fundación de los Comunes; o artistas e investigadores, como en el caso de la Red Conceptualismos del Sur, en América Latina. Son escalas de intervención muy distintas, una escala internacional y me parece muy importante pensar en Museo Situado en cuanto esa red que tiene que ver con el espacio más inmediato; más colindante con el Museo, con el que hasta ahora el Museo se había conectado de maneras muy esporádicas o interrumpidas.
Soy Ana Longoni, directora de Actividades Públicas del Museo Reina Sofía. Soy argentina; investigadora del CONICET, en Argentina, desde hace años sobre arte y política en América Latina y profesora de la Universidad Buenos Aires. Hace un poquito más de dos años que estoy aquí, viviendo en Madrid, para hacerme cargo de este Departamento, que es un departamento muy complejo, muy heterogéneo y vital del Museo.
Llegué a Madrid para trabajar en el Museo en febrero del 2018. Y, un mes después ocurrió un acontecimiento muy fuerte, muy dramático, muy triste, que fue la muerte de Mame; este muchacho senegalés, migrante, mantero, parte del Sindicato de Manteros, que vivía a pocos metros de mi casa, a pocas cuadras de aquí.
Digamos que su muerte fue un acontecimiento. Después de haber pasado muchas horas corriendo perseguido por la policía, que es un paisaje bastante habitual de ver aquí en el barrio y en otras partes de la ciudad. Fue un hecho que conmocionó muchísimo la vida en el barrio. Muchísima gente se sintió muy indignada, muy dolida. Durante dos o tres días el barrio se convulsionó drásticamente. La gente lloró con mucha indignación y mucha rabia a Mame.
Lo que me impresionó mucho, a pocas semanas de estar aquí en Madrid, es [fue] la desconexión profunda que se percibía en el Museo, que seguía su vida cotidiana como si no estuviera pasando nada. Creo que para mí eso fue muy impactante; fue una alerta. Y, a partir de ahí, en conversación con mucha otra gente de dentro y fuera del Museo, también, estaba esta percepción de que el Museo le daba la espalda al barrio.
Literalmente, lo que el barrio percibe del Museo son los containers de basura, los desechos, el parking. Pero, ese enorme edificio metalizado, esa gran fortaleza impenetrable —no se sabe muy bien— no comunica hacia el barrio qué es ni qué guarda ni por dónde se entra. Tampoco invita a la gente que habita este barrio a ser parte de él; de habitarlo como un espacio público de todas y de todes.
Creo que eso ha variado drásticamente en este tiempo, a partir de que se conformó en abril de 2018 una asamblea que primero empezó a reunirse fuera del Museo, y luego en el Museo. Una asamblea bastante regular en la que participan diferentes asociaciones y colectivos, y que fue pasando por diferentes momentos.
Hubo un primer momento, quizás, que yo lo resumiría en la palabra "desconfianza" — como diciendo ¿qué quiere el Museo de nosotras?—. Y, un segundo momento en el que más bien había como un "bueno, el Museo que lo puede todo. Entonces, le proponemos todo lo que queremos hacer y nunca pudimos hacer". Hasta un tercer momento —que creo que el hito fue el momento en que el Museo acogió la bienvenida de las fiestas populares de Lavapiés, el año pasado (2019)— en el que se generó otro tipo de conexión o de confianza. Yo percibo que los colectivos que participan de la red sienten el Museo como un espacio propio y participan del espacio y se sienten con derecho a habitar ese espacio.
También, en la medida en que hicimos que el presupuesto de Museo Situado sea un presupuesto participativo, y que las decisiones que la asamblea toma al respecto de cuáles son las prioridades que podemos apoyar y acoger, y qué actividades desarrollamos. Y, también, que se empezó a generar dentro de la propia asamblea, no solo el lugar de escuchar y aprobar las propuestas de otros, sino también la articulación de propuestas conjuntas. Eso me parece un síntoma muy hermoso; el hecho de que se empieza a construir un espacio de articulación.
Estoy sintetizando un poco una historia muy compleja, con muchas idas y vueltas. Pero, creo que si tuviéramos que hacer algunos hitos de la historia de Museo Situado, el primer gran hito fue el Picnic —el primer Picnic en junio del 2018— de los vecinos del barrio, en el Museo, en el jardín del Museo, que fue iniciativa de Elahi, de Valiente Bangla; un poco haciendo notar la falta de espacios verdes que hay en el barrio. Y, el hecho de que hace muchos años el jardín de Sabatini se utilizaba como un espacio verde habitual, como una plaza más. Y, eso, por los diferentes momentos y estadios de hermeticidad por las que está pasando el Museo —por las cuestiones de seguridad, escáner, etcétera— se ha ido perdiendo. Entonces, el barrio olvidó que tiene ese jardín.
Me parece que Elahi, con mucha precisión, planteó: “volvamos a habitarlo y aprendamos a usarlo”. Eso fue clave. Al primer Picnic vinieron más de cuatrocientos vecinos, y el año pasado vinieron seiscientos vecinos. Este año, lamentablemente, hubo que suspenderlo por la pandemia. Pero, ya estamos pensando en el del año que viene. Es un hito, una fiesta, un lugar de encuentro muy importante, no solo para habitar el jardín sino para hacer propias otras zonas del Museo: las exposiciones, la Biblioteca, la Colección, etcétera.
El Museo Situado, por supuesto, alude a Donna Haraway y a la acción feminista, de la teoría feminista de un conocimiento situado, un conocimiento concreto; un conocimiento que pretende incidir en su territorio y en su entorno, pero también que se deja afectar y atravesar por ese entorno.
Pero, para el barrio, el Museo Situado le suena a sitiado. Entonces, tiene una connotación que no terminan de hacer propia. Popularmente, así, coloquialmente, al Museo Situado el barrio le dice "agujerear el Museo". Y, "agujerear el Museo" me parece una metáfora muy hermosa; justamente, de cómo algo tan impenetrable y tan herméticamente clausurado y ajeno se puede volver propio. Hacer túneles, ventanas y puertas, inventar conexiones y puentes para articular un espacio con otro, una lógica con otra, una historia con otra.
EL MUSEO SITUADO DENTRO DEL MUSEO
Yo creo que lo primero que habría que decir es que Museo Situado tuvo mucho apoyo de parte de la dirección artística del Museo; un apoyo muy enfático y que nos ayudó mucho a formular este programa. Lo que no quiere decir que no haya —digamos— resistencias o incomprensiones dentro del Museo, o que ciertas lógicas y funcionamientos muy instituidos choquen con los planteamientos de Museo Situado.
Concretamente, un día en el que vienen seiscientas personas migrantes al Museo eso puede generar problemas con personas que muchas veces no hablan en español. Eso puede generar problemas con los accesos o con el tema de seguridad o, cuando la gente sin papeles quiere usar la Biblioteca. Entonces, ahí hay que usar la imaginación institucional, sentarse también a hablar con esas personas del propio Museo para que abran esas lógicas y las dejen atravesar por otras.
Y bueno, lo hemos logrado. Hay un carnet de biblioteca para personas sin papeles, con más de setenta usuarios. Hay infinitas actividades en lenguas migrantes y visitas comentadas en wólof, bengalí, tagalo, chino y árabe, que estamos haciendo a diferentes zonas del Museo por demanda de las propias comunidades. Es el Museo como un espacio en el que se pueden hacer otras cosas. Además de las visitas comentadas habituales, se puede aprender el idioma, se puede conectar una historia con otra.
EL MUSEO SITUADO DURANTE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
En marzo, cuando se declaró la pandemia y el estado alarma, ya habíamos tenido este año dos asambleas presenciales. O sea, la red estaba muy activa, proponiendo muchas cosas. De hecho, el programa Revuelta Feminista que hicimos en torno al 8M, que incluía actividades hasta junio de este año lo habíamos hecho en buena medida en diálogo con Museo Situado, ya estábamos incluso con una pequeña comisión de trabajo para el Picnic. Estaba todo muy activo. Pero, claro, lo primero que nos pasó a todas fue esa sensación de que todo se desarmaba. Todo, de golpe, había que postergarlo, anular, reformular o posponer todas las cosas que estábamos encaminando, que eran muchas. Era una primera mitad del año bastante activa.
Pero, a poco de eso, en medio del confinamiento lo que empezamos a percibir con mucha fuerza fue el tema de que en el barrio había mucha gente pasándolo mal. Y, entonces, realmente lo que empezó ahí fueron señales de alarma. Había que activar redes solidarias de urgencias para atender eso. Creo que, realmente, Lavapiés ha dado una respuesta muy contundente frente a esas necesidades. No solo Lavapiés, otros barrios de Madrid también. Respuestas comunitarias frente al repliegue o a la ausencia o escasez de apoyos de parte de las distintas instancias del Estado.
Lo que ha pasado aquí con las redes de bancos de alimentos o con la Red de Cuidados Madrid Centro —etcétera— es un ejemplo contundente de esa larga historia de autoorganización que sigue perfectamente vital.
En ese contexto, Museo Situado empezó a reunirse de manera virtual. Incrementamos muchísimo el ritmo de las reuniones porque la demanda de urgencia de temas a atender lo exigía de alguna manera. Y, de ahí surgieron un montón de cosas, un montón de actividades concretas.
Por un lado, frente a la muerte de Mohamed Abul Hossain, este migrante de Bangladesh que había llegado hace más de veinte años —tenía un restaurante en el barrio— y murió [de coronavirus] en su casa después de estar seis días llamando por teléfono su familia y él para que lo atendieran. Pero, por la imposibilidad o la dificultad de entender su mal idioma español nadie lo asistió y terminó falleciendo en su casa.
Fue un caso, también —así como antes hablaba de Mame—, el caso de Mohamed Hossain fue un caso muy doloroso para el barrio, particularmente para la comunidad bangladesí —pero, no solamente—. Puso en evidencia la necesidad de insistir sobre el derecho de poder usar la propia lengua.
Lo que ocurrió allí, de nuevo, fue un ejercicio —si se quiere— de colaboración y de imaginación, porque habíamos suspendido, entre tantas otras cosas, las presentaciones que iba a hacer Dani Zelko, que es un artista activista, poeta, editor argentino, que estaba aquí en Madrid el 14 de marzo, y le tuvimos que enviar en el último avión a Buenos Aires. Él venía a trabajar en un libro sobre la historia de Mame. Ya estaba en contacto con los colectivos, con el Sindicato de Manteros y con la gente que le conocía para armar una biografía polifónica coral de Mame y de lo que significó su muerte.
Todo ese proyecto quedó también suspendido. Pero, veníamos dialogado mucho durante las primeras semanas del confinamiento. Cuando le conté lo que había pasado en el barrio con Mohamed Hossain, a pesar de que él, dentro de este proyecto Reunión que viene haciendo hace años, nunca había trabajado a distancia, siempre eran conversaciones cara a cara, mirándose a los ojos, escuchando la respiración del que tiene delante, transcribiendo a mano lo que el otro le está diciendo, y, cada vez que el otro se detiene, bajando de reglón para hacer una escritura poética —Una suerte de poesía testimonial a partir de la voz de los otros y de las otras— [a pesar de esto], Dani dijo: "voy a tener que cambiar el procedimiento y, desde mi confinamiento de Buenos Aires, hacer de esta herramienta otra cosa". Entonces, empezó a llamar por teléfono a la familia de Mohamed, a la gente que le conocía, a gente de la colectividad bangladesí y gente activista participante de Museo Situado, como Pepa Torres, que es un corazón imprescindible de Museo Situado. Y, a partir de esa conversación que hizo por teléfono, y que él después transcribía con su mismo método diferido, lo que hizo Dani fue este precioso libro de Lengua o muerte, en el que lo que hace es plantear desde las voces de cuatro personas muy involucradas con Mohamed Hossain y, a partir de su caso, una situación muchísimo más general, que afecta no solo a las comunidades migrantes en España, sino —yo diría— que es el problema de la lengua; la politicidad de la lengua en cualquier parte del mundo; el derecho a poder hablar la propia lengua y a ser entendido.
El libro primero tuvo una forma virtual, porque era inicialmente un PDF, que era lo que podíamos hacer en el contexto del confinamiento. Ahora ya está impreso en papel y lo estamos distribuyendo en el barrio. Lo interesante fue que justo en ese momento venía el Día Internacional de los Museos, que es este gran acontecimiento de celebración. Habitualmente, en el Museo, en los últimos años se venía celebrando con un megaconcierto de música con Radio 3. Obviamente, este año no había nada de eso. Entonces, me parece como muy significativo que la programación tuvo como uno de sus platos fuertes de sus acontecimientos el libro Lengua o muerte. Ahí vemos como, también, las propias condiciones del confinamiento produjeron un cisma o un movimiento tectónico —de placas—, que hizo que, de alguna manera, emerja este proyecto que por ahí hubiera quedado más minimizado. Hubiera tenido menor visibilidad [y si embargo esta situación] hizo que tuviera —me parece— bastante más protagonismo.
En el mismo sentido, el barrio propuso en la asamblea una serie de Voces situadas. Voces situadas es este foro asambleario que venimos haciendo desde el 8M del 2018 —ese fue el Voces situadas 1, y ya llevamos trece—. Siempre tienen este carácter —yo digo— feminista, en redondo, donde la palabra circula, donde hay mucho micrófono para que todo el mundo debata sobre un tema acuciante que nos importa.
En el marco de la asamblea terminamos elaborando la realización de cinco Voces situadas. Ya ocurrieron dos. El primero fue Quién cuida a la cuidadora. El Voces situadas 12 con Silvia Federici y representantes de cuatro sindicatos de empleadas domésticas. Entonces, eso que tuvimos que finalmente posponer del programa feminista, de La revuelta feminista, que iba a ser también en mayo, terminó siendo en mayo de manera virtual. Pero, logramos, finalmente, aprovechar —digamos, entre comillas— la coyuntura del confinamiento, que nos obligaba, que nos forzaba a la virtualidad para ampliar, digamos con un gran componente internacionalista, la propia convocatoria. Logramos que los sindicatos, que hasta ese momento no estaban en contacto, empezaran a conocerse y a reconocerse, viendo que a pesar de las diferentes coyunturas que se están viviendo, las temporalidades distintas que está teniendo la pandemia en Europa o en América Latina, sin embargo, las situaciones de precariedad y de mayor vulnerabilidad de derechos de las empleadas domésticas y de cuidado es común.
El último voces situadas fue el Voces situadas 13. Sobrevivir entre todas. Lo hicimos con gente de la Plataforma la CuBa, osea, de aquí, del barrio de Lavapiés, pero también incorporando diferentes experiencias a nivel mundial de trabajo comunitario en contextos muy diversos. Fue muy impactante ver cómo de nuevo surgían esas conexiones entre modos de hacer ante el repliegue o la incapacidad o la indiferencia de parte de los estamentos del Estado —de los Estados— ante la pandemia y el padecimiento que está pasando tanta gente; cómo [ante estas situaciones] esas redes de solidaridad se activan y son capaces, por ejemplo, de ponerse a producir hidrogel en Burkina Faso o salir a repartir alimentos a personas trans de tercera edad en Colombia.
Una actividad que también nació a principios de la pandemia fueron las dos exposiciones de fotografía sobre la pandemia. La de Clemente Bernad, que fotografía sobre todo los espacios exteriores, vacíos, vaciados y muy fantasmagóricos. Todos los días salía a fotografiar la Madrid desierta. Y la otra exposición, que comisarió Inés Plasencia, que se llama Con tres heridas yo. Reúne un colectivo de voces que fotografían el mundo interior y las diferentes experiencias, totalmente diversas, de vivir la pandemia en el interior de las casas, en la intimidad.
Fue lindo que esa idea de la exposición de Inés, a partir la [exposición] de Clemente, la propia asamblea de Museo Situado dijo: “bueno, habría que también dar cuenta de la intimidad del confinamiento” y diferentes situaciones de hacinamiento, de cómo están los chicos, de cómo están los mayores. Fue otra de las iniciativas que se activaron rápidamente, con un presupuesto muy bajito, pero también con mucha rapidez para dar cuenta de lo que estaba aconteciendo.
“A veces…” —Esta es una frase de Jesús Carrillo, que me gusta mucho. Jesús es parte de Museo Situado, además es formidable contar con él porque estuvo a cargo de Actividades Públicas muchos años en el Museo. Conoce muy bien el barrio, vive en el barrio, es investigador sobre las prácticas activistas del barrio. Ahí hay una articulación muy potente. Y, además coordina la Línea-fuerza: Acción e imaginación radical—. Jesús decía que cuando va a las asambleas de Museo Situado siente que está en un equipo de programadores del Museo. Me encanta esa idea de que, de golpe, un grupo de activistas y de migrantes y de feministas se pueden juntar a delirar juntas y a imaginar actividades que después, finalmente, algunas acontecen. Es como si hubiéramos desbordado el Museo a otras lógicas, y dejado que esas lógicas también operen sobre la programación misma del Museo.
LA POSTPANDEMIA. ATRAVESAR LA NUEVA NORMALIDAD
Estamos entrando en esta fase un poco oscura y confusa de la postpandemia, que no se sabe muy bien qué es esta supuesta nueva normalidad a la que no queremos volver.
Es un momento difícil porque hay muchas restricciones de distancia de seguridad para poder volver a la presencialidad y, a la vez, hay mucha necesidad de encuentro, de abrazo, de estar con otras, de volver a escucharnos y a sentirnos. Obviamente, hay muchas medidas sanitarias y hay mucho miedo inoculado en los cuerpos, también. Entonces, es un momento que hay que ir —me parece— con mucho tacto y con mucho cuidado.
Hasta septiembre estamos haciendo actividades sobre todo virtuales, todavía, pero ya se está empezando a indagar está frontera. Entonces, por ejemplo, toda la programación LGTB, incluye por ejemplo un taller que va a ocurrir en el taller del artista, con distancia de seguridad, pero va a ser en el taller del artista: un taller de producción de mascarillas disidentes. Y, vamos a hacer una performance sobre el tema de exilio sexual que se llama Sexiliadas, en la que participan cuatro artistas migrantes y un colectivo migrante. Era una actividad que ya teníamos planeada y que iba a ser performática. Antes de todo esto ya estábamos preparándola. Entonces, esto hizo que la reimaginemos en diálogo con Mama Lynch, que es quien la está coordinando y proponiendo e impulsando. Y, lo que vamos a hacer es un mix. Vamos a ver cómo sale. La performance va a ocurrir en vivo, van a encontrarse presencialmente en el escenario del Auditorio 400, pero sin público, e público va a estar por streaming. Entonces ocurre el hecho en vivo pero la percepción es virtual. Estamos indagando está frontera a ver cómo va saliendo. Me parece importantísimo correr esa restricción y empezar a indagar hasta donde nos sintamos cómodas y cuidadas con esa frontera.
Estamos pensando y sintiendo. Estamos intentando dar cuenta de este territorio muy inestable, en el que estamos paradas, donde no se puede planificar demasiado porque no se sabe muy bien el curso de los acontecimientos. Hablo a nivel personal, colectivo e institucional. Creo que estamos todas en un tembladeral.
Yo creo que Museo Situado está muy vital y, en ese punto, va a saber reaccionar e incidir sobre los acontecimientos que se están dando. Creo que es un momento bisagra el que se está abriendo ahora. Yo diría que estamos atentas, en escucha y viendo el curso de las cosas.
En el primer trimestre de 2018 se puso en marcha Museo Situado, una red de colaboración entre colectivos, activistas y asociaciones fundamentalmente del barrio de Lavapiés donde está ubicado el Museo Reina Sofía. Dos años después, en junio de 2020 y adentrándonos en la “nueva normalidad” tras la crisis sanitaria de la COVID-19, conversamos con Ana Longoni, directora de Actividades Públicas del Museo e impulsora del Museo Situado.
La actividad del Museo Situado en este tiempo se caracteriza por su diversidad al buscar formas de institucionalidad que pasan, fundamentalmente, por abrir el museo a los deseos y las necesidades del barrio. En estos algo más de dos años, Museo Situado ha abarcado eventos dentro del Museo, como los picnics veraniegos para las familias del barrio o los encuentros “Voces situadas” gestados como conversaciones abiertas sobre temas acuciantes de la actualidad que son tratados por personas directamente implicadas en ellos. Además, estos años han procurado otros proyectos que tienen lugar más fuera que dentro del Museo como es el caso de la reciente publicación Lengua o muerte del artista argentino Dani Zelko, que aborda la reivindicación política de la lengua a partir de la historia del bangladesí Mohamed Hossein fallecido durante la pandemia.
Museo Situado tiene un formato asambleario y polifónico que desborda el concepto tradicional del museo para adentrarse en otras dinámicas que vienen impulsadas por la historia de organización, lucha y resistencia del barrio de Lavapiés y de sus movimientos comunitarios.
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- Fecha:
- 17/07/2020
- Realización:
- María Andueza
- Licencia:
- Creative Commons by-nc-sa 4.0
Citas
Kevin MacLeod. Dhaka (2014)
Audio de la concentración en Lavapiés en protesta por la muerte del senegalés Mame Mbaye el 17 de marzo de 2018
Corte de audio tomado del vídeo “Mujeres de Lavapiés” creado por la Plataforma de Fiestas populares de Lavapiés como saludo a las fiestas del barrio en el año 2019
Corte de audio del Picnic organizado por Museo Situado en julio de 2019. Grabación cortesía de Mariona Peraire.