Ecos y resonancias

Entrevista a Leonor Serrano Rivas

Me llamo Leonor Serrano Rivas, soy artista y arquitecta e investigadora, y yo he estado trabajando durante muchos años sobre las estructuras de la teatralidad. Las estructuras de la teatralidad, para abordarlas, miro en referencias históricas que reviso para reapropiarlas. No es una traducción tal cual, una apropiación tal cual de estos referentes históricos, sino que realmente hago un proceso de internalizar las referencias para crear una cosa completamente nueva. Esto es algo que se ve con claridad en la exposición Magia Natural.

Magia natural mira a un período concreto en el siglo XVI en el que artistas y artesanos empezaron a hacer aparatos o artilugios cuyo fin —o el fin que ellos tenían en ese momento—era entretener al gran público, pero también, ese entretenimiento miraba a cómo crear una imagen alternativa del mundo.

Es decir, ellos fueron los que marcaron el comienzo de aparatos tan importantes como la linterna mágica o la cámara oscura, que han marcado el comienzo del cine, pero también otros muchos fallidos, como el reloj de girasol.

En realidad, daba igual que fueran fallidos o no, sino que lo que importaba era que abrían una ventana de imaginación posible. Entonces, esa ventana de imaginación te permitía ver el mundo con otros ojos.

Esto es importante porque estos artilugios fueron foco de atención para científicos y filósofos años más tarde y marcaron el conocimiento científico tal y como lo entendemos hoy en día. Entonces, cuando a mí me llegó la invitación del Reina Sofía a Fisuras —que Fisuras, en realidad, es esta maravillosa carta en blanco, donde te dan a elegir espacios, temática… y la única premisa es que toda la obra sea de nueva producción—, yo me encontraba en un momento de pandemia… Bueno, todo el mundo estábamos en este momento de pandemia absoluta y me pareció muy pertinente volver al origen, volver al siglo XVI para reconfigurar las claves del conocimiento y, por tanto, reconstruir el mundo.

Desde el comienzo histórico de Magia natural, que se articula en tres salas: Espacio 1, [Sala de] Bóvedas y [Sala de] Protocolo.

En cada sala —hay muchas capas dentro de cada una de estas salas— pero a nivel de puesta en escena, revisa cada uno de estos instrumentos. El Espacio 1 revisa la cámara oscura, Bóvedas revisa la linterna mágica y Protocolo, la caja musical.

La expo intenta o pretende crear como esta imagen de un mundo nuevo, que quiere crear un nuevo comienzo, un nuevo cosmos. Entonces, para ello, se producen relaciones entre lo micro y lo macro, que era una de las grandes premisas de Magia Natural. Cada sala cuenta con una antesala y una sala principal, que es como algo muy característico de los espacios. Entonces, entre esta antesala y la sala se establece una relación entre lo micro y lo macro.

Cuando te adentras en la exposición, las capas teóricas devienen también en capas sensoriales, haciendo como un guiño a los propios instrumentos para la imaginación, al igual que la exposición funciona como un gran instrumento para imaginar este otro mundo.

Hay un hilo conductor que resuena entre los espacios, que es la idea de un polvo estelar. Parten de lecturas que hice sobre la idea de polvo estelar y el hecho de que las estrellas se están quemando constantemente y, entonces, al quemarse están desapareciendo y desprenden unas sustancias químicas que se depositan sobre nosotros, sobre la Tierra. Una de estas sustancias son los silicatos. Estos silicatos son los mismos que utilizo para la producción de las piezas de vídeo. Pero son polvos, polvos que se depositan sobre una placa que los contiene. Es interesante porque yo digo que es un proceso alquímico porque realmente no controlo, lo que hago es depositar sustancias sobre las placas de vidrio, que luego las meto en el horno y se queman. Al igual que las estrellas se quemaban, al quemarse producen como reacciones químicas: cambios de color, pompas, burbujas…

Cuando el espectador entra en la exposición —porque yo realmente sí que he pensado, aunque la exposición se puede experimentar de forma fragmentada…—, pero sí que realmente había pensado en una trama narrativa como Espacio 1, Bóvedas y Protocolo. El espectador, cuando entra en Espacio 1, se encuentra con una barrera visual que son unas grandes planchas de metal donde están suspendidas estas placas, que se pueden activar y hacerlas rotar y entonces es como un guiño simbólico en el que el espectador empieza un nuevo cosmos, empieza un nuevo universo, pone en órbita, digamos, un nuevo espacio. Para luego, inmediatamente, enfrentarse con la película, que es la película principal de la exposición, que se llama El sol está contando las rotaciones de la Tierra.

La película, lo que se ilustra es la construcción de un cosmos donde hay también, otra vez, la relación de lo micro y lo macro, porque hay una parte de la película que está grabada en cámara de 16mm y otra que está grabada en cámara digital HD de gran calidad. Entonces, el 16 ilustra un microcosmos, ilustra como una maqueta, un reflejo y hay pequeños movimientos de maqueta que devienen en grandes movimientos dentro del espacio, la escenografía que se pueden disfrutar, que es un gran escenario de 800 metros cuadrados, donde los perfomers funcionan casi como marionetas que están activadas por una mano que aparece en el digital.

El vídeo está encerrado entre dos paredes reflectantes que multiplican y deforman la imagen proyectada pero también introducen al espectador dentro de la trama. Funciona como la cámara oscura, porque realmente hay diagrama de la cámara oscura donde es una habitación dentro de otra habitación siendo el gran ojo la proyección.

Lo peculiar de la ubicación de la Sala de Bóvedas es que está justo debajo del Espacio 1. Y yo durante muchos años, también porque viví en Inglaterra, era como un truco teatral que se utilizaba mucho en el Renacimiento, era el llamado Pepper’s Ghost. El Pepper’s Ghost es un truco que se empezó a hacer en el Renacimiento, pero realmente viene de este momento de imagen natural, en el que una persona se colocaba debajo del escenario y mediante un gran foco y un espejo inclinado pasaba arriba, al escenario arriba. Entonces, a nivel simbólico, realmente hay un fotograbado de bóvedas que pasa arriba, al Espacio 1. Y aparece como una especie de guiño en la exposición y como un hilo conductor, porque ya hemos dicho que en toda la expo hay una relación de ecos y resonancias entre las tres salas.

Lo que vemos en esta proyección de 16mm es lo que yo denomino una performance para la cámara. Reproduzco el sonido de la película sobre un altavoz sobre el que coloco una placa y una serie de polvos y partículas de colores. Entonces, mediante el truco (que también pertenece a la misma época) de placa Chladni se van creando ondas que lo que hacen es ilustrar el sonido. Entonces, la película se llama Oír formas y yo digo que es una performance para la cámara porque está grabada en 16mm y no hay ningún tipo de proceso de postproducción detrás. Tal como se graba, sale al laboratorio, se proyecta aquí en el Museo. Entonces, también supone como un opuesto... Cuando estaba formando la exposición, decía que era como la luna. Si el sol está arriba, esta es la luna, que está abajo, porque es un opuesto a la película principal, que sí que requiere de una postproducción, una edición, un control absoluto… Aquí hay determinados fallos, que no los considero fallos, pero son como procesos de la performance que no se han querido descartar. Hay flashazos del corte, entre corte y corte, entre toma y toma.

Luego, para terminar la expo, termina en Protocolo, donde otra vez el sonido de la película principal, lo que se hace es, es un sonido generado digitalmente, se pasa a partitura musical, que comparte una, que esa es como la caja musical, ese es el instrumento de imaginación al que hace referencia la sala, que comparte una apariencia estética similar a las cartonadas que se utilizan en los telares de Jacquard. Entonces, es la música lo que al final se teje o lo que hace patrón sobre los telares.

Sobre el espectador, sí que quería decir que yo siempre utilizo o suelo utilizar —y se ha utilizado en esta exposición— un fragmento del libro de Un viaje a la India de Gonçalo M. Tavares, donde establece la relación del hombre con los objetos del mundo según a la altura en la que se coloque. Él tiene unas líneas muy bellas, en las que establece, según la altura de la mirada, el hombre se relaciona como de tú a tú, los objetos que están por encima de la línea de la mirada se relacionan con lo divino y lo astral, y por debajo de la mirada, con lo animal, y como lo más mundano. Entonces, la expo, yo cuando pensaba en el espectador y en la disposición de estos tres instrumentos para la imaginación dentro del espacio, no sólo miraba el instrumento sino que también me imaginaba a ese espectador. Las salas se articulan según estos niveles de mirada. En Espacio 1, todas las obras están a la altura del nivel de la mirada, Bóvedas está por encima y Protocolo está por debajo. Es un gesto mínimo, pero para mí es crucial, porque se relaciona o determina la forma en la que tiene el público de enfrentarse a la obra. Es decir, que tú muevas ligeramente la cara, la cabeza, hacia arriba o hacia abajo o no la muevas, produce una experiencia estética distinta y que yo sí he tenido en cuenta a la hora de armar la exposición.