Sinister Resonance

Sinister Resonance: David Toop

David Toop. Músico y teórico: Si reflexiono acerca de la naturaleza del hecho de escuchar, y la naturaleza del sonido, y las cualidades particulares del sonido… me parece que el sonido es como un fantasma. El sonido es pasajero, muy difícil de localizar. Pillamos al vuelo sonidos cuyo origen desconocemos, y esa es una característica especialmente misteriosa del sonido. Es algo que contrasta con las bases de nuestra percepción. Cuando digo “nuestra” me refiero a un tipo de cultura basada en el tacto y la vista; la naturaleza táctil del objeto, su verdad “objetiva”; así es como evaluamos el mundo. El sonido, evidentemente, no es así. No puedes fiarte del sonido, no es algo fijo… Es interesante cómo está esto vinculado con la modernidad. La modernidad en la literatura, James Joyce, por ejemplo, o escritores experimentales de ese periodo. Virginia Woolf, Kafka, o Faulkner en EE.UU…. Gran parte de su trabajo trata de la creación intensiva, de la intensidad, de una percepción cambiante. T.S. Elliot y los otros escritores que menciono escribían sobre el hecho de escuchar. Del mismo modo que los pintores estaban desplazando su concepto de la realidad visual, los escritores se estaban distanciado de un enfoque centrado en la vista.

Me empezaron a interesar los medios silenciosos, el cómo se puede percibir el acto de escuchar a través de un medio que es ostensiblemente silencioso. Retrocedí en el tiempo y para mí supuso una gran revelación el encontrarme con un cuadro de mediados del siglo XVII cuyo autor era un pintor flamenco de género, Nicholas Maes. Tenía una serie de cuadros que me impactó porque mostraban a un sujeto en posición central, escuchando. Se podía percibir que estaba escuchando porque tenía un dedo alzado a la boca y señalaba algo en otra zona del cuadro, y eso es el sonido. Se dirige al espectador del cuadro de forma muy directa y le dice: “Escucha conmigo”.

Como es sabido, las grabaciones sonoras surgen en la última parte del siglo XIX y este invento, claro está, ha tenido un efecto drástico en cómo percibimos el mundo, ha cambiado nuestra percepción del acto de escuchar. Si antes el sonido era un fantasma, tras la invención de la grabación sonora se convierte en un nuevo tipo de fantasma. No obstante soy de la opinión que esos medios silenciosos que representaban el sonido, o el acto de escuchar, eran también dispositivos de grabación. Funcionaban de forma parecida al magnetófono de alambre, o con cilindros, o la cinta magnética, o los sistemas de grabación digital… Da igual el sistema: el caso es que capturaban el sonido. Esta idea no es nueva del todo, es algo que ya se exploró con la musicología, por ejemplo. Debemos mirar estos medios silenciosos para que nos den la llamémosla “dimensión perdida” de la cultura humana. Creo que la pintura por ejemplo es un indicador muy interesante de la vida auditiva que existía antes de la invención de los sistemas de grabación. Existen estudios al respecto pero tienden a fijarse en la música, en los instrumentos musicales… Es un tema recurrente. […]

Durante una residencia que hice me concentré en la pintura flamenca. Los pintores flamencos mostraron muchos tipos de silencio. Transmiten una sensación muy vívida de cómo era la vida auditiva de ese lugar y ese periodo; es como una grabación de gran belleza, solo que no podemos reproducirla salvo mediante la imaginación.

Picasso es un caso interesante; se dice que no le interesaba la música. Por lo que he leído le interesaba cierta música popular catalana y a veces reproducía su clarinete. Una y otra y otra vez encontramos la representación de instrumentos musicales en sus obras, en sus cuadros y esculturas. La representación de instrumentos es muy habitual en el Cubismo, pero el caso de Picasso es muy impactante porque perduró en su obra. Creo que la guitarra es un medio excelente para expresar la emoción del tiempo y el espacio porque, como tantos instrumentos, la guitarra es una cámara de aire con una apertura por la que fluye el sonido. Tiene un fuerte sentido gráfico.

Se dice que […] no es real, pero creo que sí lo es porque lo percibimos; simplemente es otro tipo de realidad. Para mí supone un desplazamiento hacia una corporeidad del sonido. Tiene que ver con la cosificación del sonido. Está relacionado con una influencia temprana en mi vida, el artista británico John Latham. Conocí a John Latham cuando tenía unos 21 años. Había visto su trabajo en los años 60; estaba involucrado en el simposio “Arte y destrucción”, en el que también estaban implicados algunos artistas españoles, Juan Hidalgo, entre ellos. Me parecía fascinante el papel de la destrucción en el arte. Vi a John Latham hacer una performance en 1968; cortaba una caja con una gran espada eléctrica, y la espada eléctrica estaba amplificada con un micrófono de contacto, produciendo una increíble música “noise”. Había visto algún trabajo suyo en la Tate de Londres, obras de “assemblage”, libros quemados y semi-destruidos… Nos presentaron. Él y su mujer habían formado un grupo de artistas que se dedicaba a explorar las distintas formas en que los artistas pueden implicarse con las instituciones como agentes libres. Ahora esto es algo habitual, claro, pero por aquél entonces era algo totalmente novedoso. La idea de cómo los artistas se implican en lo comercial, en los museos, en la toma de decisiones políticas, etc. En aquel entonces John Latham ya había desarrollado su teoría sobre la estructura de los acontecimientos. Según él, al estar centrados en el objeto, nuestro habla está dividido: por una parte hablamos de cosas, objetos, lo real, y por otra parte hay aspectos que son intangibles y que nos cuesta mucho encajar en esta estructura de lo real, lo corpóreo. Es un contexto tal que hace que sea complicado hablar sobre el sonido, por ejemplo. Había algo en esta idea que me resultaba muy atractivo, quizás porque me dedicaba a la música. Ya entonces intentaba escribir acerca del sonido; había intentado escribir sobre la música de adolescente y lo había encontrado extremadamente difícil, de modo que este problema del lenguaje como medio de articular la experiencia obtuvo una explicación, creo, con la teoría de Latham de que el lenguaje está mucho más adecuado a la descripción de objetos que a la descripción de intangibles. Desde entonces estoy orientado en esta dirección.